40

[d40] Directrices del Comisariado antes de la

ofensiva franquista en Cataluña

I

En el pleno de Comisarios del Grupo de Ejércitos de la Zona Oriental, celebrado en Manresa el pasado miércoles, día 23, fue examinada la presente situación política militar de los sectores del frente catalán y aprobadas las tareas inmediatas de realización urgente señaladas por el Comisariado General en atención a las circunstancias del momento. De nuevo tengo que insistir ante Vds. en el hecho de que la actual situación militar exige la ejecución inmediata de una labor inaplazable, destinada a elevar la moral de nuestros hombres para ponerlos en condiciones de resistir toda acometida enemiga, cualquiera que sea su intensidad. Toda la actividad de los Comisarios se dedicará a la realización de las tareas señaladas en la Orden confidencial del pasado día 17. En relación con esas tareas debo señalar a Vds. la necesidad de acelerar e intensificar al máximo la propaganda dentro de las filas propias en función de las siguientes directivas:

I. Hay que insistir en todas las Unidades sobre la importancia que ha tenido la batalla del Ebro y cómo en realidad ha constituido un gran éxito para nuestras tropas muy superior a todos los resultados previstos. En este sentido se glosarán y ampliarán los argumentos de la nota recientemente publicada por el Gobierno y recogida en el preámbulo de mi orden confidencial de la fecha arriba citada. En el plan de trabajo urgente confeccionado por el Comisariado del Ejército del Este se hace un acertado examen de la situación actual y de las consecuencias de la batalla del Ebro.

II. Intensificar principalmente en aquellas Unidades que constituyen nuestra masa de maniobra o nuestras reservas, ya sea para actuar ofensivamente o para contraatacar en caso necesario, la exaltación del espíritu ofensivo y la importancia que la decisión en el ataque y en el cumplimiento estricto de las órdenes del Mando, así como el mejoramiento en la capacitación técnica de Jefes y Comisarios, Oficiales y Soldados, tiene para la República en la presente situación internacional.

III. Elevar al máximo el espíritu de resistencia de que han dado pruebas las Unidades del Ejército del Ebro y las enviadas por el Ejército del Este como refuerzo y apoyo de aquel. Este magnífico espíritu de resistencia no sólo hay que conservarlo en todas las Unidades, sino que en la medida de lo posible los Comisarios trabajarán para acrecentarlo, dedicando atención a todas las Unidades, tanto en la línea como en la reserva, pero muy especialmente a las que ocupan la línea del bajo Segre, desde Balaguer a Mequinenza, línea afrontada por importantes concentraciones enemigas y por la que puede esperarse en un plazo más o menos inmediato una fuerte ofensiva del Ejército invasor. Para la mejor ejecución de esta tarea, el Comisario colaborará con el Jefe militar en la mayor difusión y asimilación por la oficialidad y la tropa de las consignas técnicas de tipo defensivo.

IV. El Comisario colaborará asiduamente con la Sección de Información del Estado Mayor de la respectiva Unidad, para realizar una eficiente propaganda sobre la primera línea enemiga, practicándose en forma diferenciada con arreglo a la clase de Unidades del adversario, para lo cual se hace preciso conocer su característica política (requetés, falangistas, moros, italianos, etc.) y tratando de localizar con precisión al grueso de soldados indiferentes en cuanto a la organización de los requetés y los falangistas y en ambos casos enemigos de ellos. Esta propaganda se intensificará extraordinariamente y con toda urgencia en el aludido frente del bajo Segre.

V. Con carácter general se señala que tiene el mayor interés acentuar la educación moral y política de aquellas Unidades que guarnecen desde hace tiempo sectores estabilizados, a fin de evitar que disminuya su espíritu de combatividad. Atención preferente hay que dedicar a los sectores del Ejército del Este y sobre todo como en varias ocasiones hemos señalado a la zona comprendida entre Lérida y Balaguer. A este Comisariado General le interesa extraordinariamente, para suministrar al Estado Mayor Central los datos necesarios, conocer en todo momento el grado de fortaleza física, de capacidad combativa y de moral de cada Unidad. A este fin dispongo que semanalmente se me envíe por los Comisarios de cada Brigada un informe que abarque los siguientes extremos:

  1. Estado moral de la Unidad apreciado en conjunto.
  2. Capacidad de los Mandos militares, especialmente los medios.
  3. Conocimiento técnico de los soldados y capacidad combativa de las fuerzas.
  4. Situación sanitaria de la Unidad y estado de la fortaleza física de los soldados.
  5. Base material de la Unidad (alojamiento, alimentos, vestidos, etc.).

El Comisario de cada División acompañará su impresión de conjunto sobre la Gran Unidad y remitirá directamente al Comisario General dichos informes que deberán llegar en el más breve plazo posible. En los sucesivos informes semanales bastará con señalar las variaciones que en el estado de la Unidad se perciban y el resultado conseguido por la labor educadora y de propaganda.

Lo que le comunico para su conocimiento y el de los Comisarios de Vd. dependientes.

Barcelona, 29 de noviembre de 1938

EL COMISARIO GENERAL

II

A los Comisarios de la Zona Oriental

En la Orden Circular Confidencial que con fecha 29 de noviembre dirigí al Comisario del Grupo de Ejércitos de la Zona Oriental y a los Comisarios de los Ejércitos del Este y del Ebro insistí, una vez más, en la necesidad imperiosa de realizar —ante la situación que actualmente tenemos planteada en los sectores de Cataluña— aquellas tareas cuya ejecución inmediata e inaplazable señaló este Comisariado General y que fueron expuestas en la Orden Confidencial de 17 de noviembre pasado y estudiadas en el pleno de Comisarios celebrado en Manresa el 21 del mismo mes.

En relación con dichas tareas de realización urgente, expuse en la referida Circular de 29 de noviembre las directivas generales a que habrá de ajustarse la propaganda dentro de nuestras propias filas, con objeto de elevar al máximo la moral de nuestras Unidades y situarlas en condiciones de resistir y contrarrestar toda ofensiva enemiga por potente que sea.

Es muy posible —casi seguro— que en un plazo más o menos breve y acaso inminente, emprenda el enemigo, acuciado por sus mentores y auxiliares extranjeros, potentes ataques en cualquier punto de los frentes de Cataluña y muy especialmente, hecho sobre que reiteradamente hemos llamado la atención, en el sector comprendido entre Balaguer y Mequinenza. Todos los Comisarios comprenden perfectamente los motivos que impulsan al enemigo a ganar tiempo y los objetivos que persigue, coincidentes en tratar de asestar contra la República un golpe que consideran decisivo, por dirigirse a uno de los más firmes puntales de nuestra resistencia: el corazón de Cataluña. Ante esta probable contingencia debemos estar preparados, de ahí que todo el trabajo de los Comisarios tienda principalmente a formar y reforzar las condiciones morales y materiales necesarias para que la resistencia de nuestro Ejército permita inutilizar cualquier intento de los invasores y responder a él con vigorosas acciones ofensivas del Ejército republicano con el menor desgaste posible por nuestra parte.

Si el ataque enemigo se produce y todas nuestras tropas de la Zona Oriental reiteran la heroica resistencia del Ebro y defienden las líneas republicanas con la decisión de morir antes que retroceder, es seguro que el fracaso del adversario puede ser decisivo para él, ya que no soportará por otra vez el terrible castigo que se le infligió en el Ebro, no siendo difícil prever el aparatoso derrumbamiento de su retaguardia, que está dividida profundamente por rivalidades políticas, aterrorizada por procedimientos inquisitoriales, angustiada por el dolor de las ejecuciones y del número incalculable de bajas sufridas en los frentes, empobrecida por los cuantiosos dispendios realizados, desesperada por los jornales y salarios de hambre, depauperada físicamente por haberse hecho cargo el fascismo italo-germano de todas las fuentes de producción y de riqueza; retaguardia que de día en día cobra nuevos alientos y esperanzas en el triunfo de la República y en la que se siente renacer el espíritu patriótico, sublevado ante los desmanes de los invasores.

Como ampliación a las directivas remitidas al Comisariado del Grupo de Ejércitos de la Zona Oriental, damos hoy en la presente circular normas para la ejecución de este trabajo de preparación política para el combate, a fin de que los Comisarios comprendan claramente cuáles son sus actuales obligaciones en la etapa presente.

Las proezas más gloriosas, los episodios más destacados de heroísmo y de audacia, las muestras de capacitación y de competencia en que tan rica y variada es nuestra lucha, así como la resolución inquebrantable de aplastar a las fuerzas de invasión italo-germanas, expresada en memorables ocasiones, pueden y deben ser superadas en la presente etapa si reforzamos la unidad de pensamientos, de finalidades, la promesa sagrada de no ceder al enemigo un solo palmo de terreno y de recuperar el que sufre el yugo vergonzoso de la facción y de los colonizadores extranjeros.

A tal efecto resulta indispensable que la tarea educativa, de aliento para el combate, de lealtad al Gobierno de Unión Nacional y de adhesión a los Trece Fines de guerra, se oriente hacia los objetivos que exponemos a continuación, de tal suerte importantes que el éxito de la labor realizada o la negligencia en el cumplimiento de las tareas que se señalan constituyen, respectivamente, una obra meritoria o una falta imperdonable y en este caso acreedora a una sanción ejemplar.

Es indispensable que los Comisarios destaquen en todos los sectores de los diversos frentes, sin que quede un solo mando o soldado que no hayan recibido y asimilado estas enseñanzas, el éxito que supone para la República la batalla del Ebro. El examen de esta epopeya que enorgullece a todo el Ejército, a todo el pueblo español, a todos los patriotas, ha de hacerse de manera completa y detallada poniendo de manifiesto el valor de conjunto de tan magna y difícil empresa y los diversos factores que en ella concurren.

La batalla del Ebro —esta es la afirmación fundamental que hay que repetir constantemente— representa en cada uno de sus tres períodos el triunfo rotundo de la iniciativa de nuestro alto Mando, de la capacidad ofensiva de nuestros soldados y del acertado trabajo de los Comisarios.

Las fuerzas propias atraviesan en unas cuantas horas el río más caudaloso de la Península y consiguen a la perfección el objetivo más difícil de la operación planeada, que se realiza manteniendo absolutamente el secreto militar y provocando sorpresa inigualada en las filas contrarias. En 48 horas se ganan para la República 600 kilómetros cuadrados de terreno, se toma gran cantidad de material, se capturan más de cinco mil prisioneros a los que se les dispensa un trato cordial y humano y se consigue formar en el extranjero un ambiente unánime de admiración por la proeza realizada que causa desconcierto y asombro entre los técnicos militares de mayor fama del mundo entero. La amenaza facciosa sobre Sagunto y Valencia y Almadén desaparece, con lo que da tiempo a nuestros mandos para organizar en los frentes de Levante y de Extremadura una resistencia activa. Nuestros soldados mantienen firmemente las posiciones conquistadas a la orilla derecha del río y obligan al Estado Mayor de la invasión a acudir con sus fuerzas más selectas y mejor preparadas al campo de batalla que habíamos escogido. Sobre el río Ebro, que en los primeros momentos se había cruzado en barcazas y a nado, se tendieron inmediatamente puentes sencillos, sustituidos después con otros sólidamente construidos por los ingenieros que derrocharon en la empresa intrepidez y solidaridad con los restantes combatientes. No obstante los tremendos bombardeos, las comunicaciones entre ambas orillas se mantuvieron normalmente por la pericia y la abnegación de los pontoneros, por los sacrificios de todos los combatientes. El enemigo vuelca sus mejores efectivos, hace su más imponente exhibición aérea, realiza su mayor despliegue de artillería y derrocha bombas y municiones y vidas humanas sobre nuestras líneas, sobre todo en las sierras de Caballs, Pandols y Lavall de la Terra. Seis imponentes contraofensivas, separadas por cortos períodos de reorganización, le cuestan decenas de millares de bajas que quedan sobre un terreno transformado en su topografía por las bombas y los obuses. Las posiciones leales son martilleadas sin pausa, nuestras tropas disputan palmo a palmo el terreno al invasor, las líneas de trincheras son ocupadas por el enemigo cuando perece el último de sus defensores o cuando materialmente imposibles de sostener el Mando ordena el repliegue. En muchas ocasiones se reconquistan una y más veces cumpliéndose así al pie de la letra la consigna de «cota perdida, cota recuperada». El enemigo avanza ciertamente con la ayuda de centenares de aviones y de millares de cañones y armas automáticas facilitadas por el fascismo italo-germano, pero el avance de una lentitud para ellos desesperante paraliza todas sus posibilidades de acción en los restantes frentes, aniquila a sus mejores Unidades, diezma sus cuadros de mando y sume a su retaguardia en una ola de dolor y de desesperación producida por el estéril sacrificio de ochenta mil españoles, convertidos en carne de cañón por los Estados Mayores extranjeros a la mayor gloria de Hitler y de Mussolini.

Llega la séptima contraofensiva en la que por razones de política exterior y de amor propio humillado, actuando ambas clases de motivos con caracteres de urgencia, el enemigo acumula tal cantidad de material y de hombres que el Mando republicano estimó conseguidos todos los objetivos propuestos y alcanzada la finalidad táctica y no quiso arriesgar nuestra fuerza en la zona de la derecha del Ebro dando orden para repasar el río, manteniendo sin embargo la iniciativa hasta el repliegue que se produce con perfecto orden y sin pérdidas sensibles de efectivos y de material.

Los partes oficiales del Ejército rebelde, pretendiendo quitar importancia a nuestra victoriosa ofensiva, anunciaron que era problema de horas someter «las partidas que al amparo de la población civil de ciertos pueblos ribereños se habían infiltrado en la orilla derecha del Ebro, ocupando algunas posiciones». Las horas se dilataron extraordinariamente hasta convertirse en cuatro meses durante los cuales el enemigo vio arrebatada su iniciativa. La audaz operación planeada por el alto Mando republicano, realizada por el Ejército del Ebro, ayudado en la fase defensiva de la misma por Unidades del Ejército del Este, consiguió desarticular los planes de los invasores, a los que se ocasionó, según los cálculos más modestos, ochenta mil bajas, quebrantando y destrozando sus mejores divisiones de choque. Más de doscientos aviones italianos y alemanes fueron abatidos por nuestros jóvenes aviadores, pilotando sus rápidos «cazas», por los magníficos artilleros de la DCA y por los heroicos grupos de antiavionistas. Nuestra ofensiva produjo en la zona facciosa una terrible impresión de angustia porque todos, incluso los más adeptos a la fracción dirigente, comprendieron claramente que eran completamente falsas e infundadas las promesas franquistas de un final rápido y victorioso de la guerra. Por el contrario, se pudo apreciar bien patentemente que la potencialidad combativa de nuestras tropas y la perfección en el manejo del material habían mejorado considerablemente. Y en el extranjero, el avance republicano derrumbó estrepitosamente los planes edificados por el fascismo y sus aliados sobre un hipotético y fulminante aniquilamiento de la resistencia de nuestro pueblo, desvaneció la ilusión acariciada por los cómplices de los agresores de una inmediata victoria de Franco y ganó para nuestro Ejército Popular el reconocimiento, por parte de los técnicos más renombrados, de su evidente valor militar, de su vigor juvenil, de su espíritu combativo, de su audacia y rapidez en el ataque, como lo había demostrado al ser capaz de atravesar un río como el Ebro, y resistir siete contraofensivas a cual más violenta, y de replegarse, manteniendo su iniciativa y ocasionando al enemigo enormes pérdidas, cuando el Mando republicano así lo dispuso.

He aquí el magnífico resultado obtenido por nuestros soldados en la batalla del Ebro y que los clamores rebeldes, considerándola una victoria de sus armas, no consiguen empalidecer o desvirtuar. De la lección del Ebro debemos destacar, de un lado, el intenso y certero trabajo político realizado por los Comisarios que siguiendo las instrucciones dictadas dejaron de actuar individual o irregularmente para trabajar de un modo ininterrumpido, sistemático y planificado, especialmente en los días anteriores al 25 de julio, con lo que consiguieron crear el clima moral necesario para realizar una hazaña de esta naturaleza. De otra parte, la confianza en los Jefes, la promoción, educación política y perfeccionamiento técnico de los Mandos, la capacitación de los combatientes, la coordinación de las armas, que alcanzó en la batalla del Ebro caracteres de solidaridad ejemplar, pues se apreció en todo momento la estrecha compenetración de los artilleros con los infantes, la ayuda ardorosa de la infantería a los zapadores. También merece especial mención la identificación de los luchadores del Ejército del Ebro con los soldados de más de cuarenta batallones del Ejército del Este que participaron en la batalla y que fueron compañeros insuperables en el combate, en la bravura y en el honor.

Del análisis de la batalla del Ebro se desprenden enseñanzas de evidente actualidad, demostrativas de que con una dirección militar y política apta, y celosa del cumplimiento de su deber, con una sólida educación antifascista, con el afán de superarse en el dominio de la técnica militar y el ansia de aumentar y mejorar constantemente el bagaje cultural, se pueden realizar esfuerzos gigantescos, que no son sólo asequibles a los soldados del Ejército del Ebro sin que, sin duda alguna, están también al alcance de todas las Unidades de cualquier Ejército. Para ello no hay más que poner en práctica las premisas positivas que hemos enumerado, entre las que descuellan el fortalecimiento de la Unidad política, la aceptación de una fuerte disciplina militar, la elevación del espíritu y la capacidad combativa, la preocupación por aumentar los factores de la resistencia (conservación y manejo de las armas, organización defensiva del terreno, a base de fortificar con urgencia y fortificar bien; el hostigamiento constante al enemigo, la formación de equipos de intrépidos antiavionistas y antitanquistas, etc.). Y aun en aquellos casos en que se observan ciertas deficiencias como, por ejemplo, determinados defectos en el aparato de información del Comisario durante el combate, cuando se reconocen y se estudia la solución para corregirlos, se señala el camino a seguir. En todos los frentes, en todos los sectores, en todos los centros de retaguardia, es obligado exponer ante el juicio de los combatientes de nuestro Ejército que la batalla del Ebro es un éxito positivo para las armas de la República como se deduce de esta afirmación de nuestro ministro de Defensa Nacional: «La diversión estratégica que representaba la operación fue prevista para un tiempo no mayor de un mes». ¡Y la resistencia llenó, con páginas de gloria imperecedera, más de ciento veinte días!

La divulgación de los antecedentes, particularidades y consecuencias de la batalla del Ebro queda a cargo, dentro de cada Unidad, del respectivo Comisario quien esclarecerá y comentará ampliamente los numerosos episodios de que consta para contribuir con este trabajo a exaltar el magnífico espíritu de resistencia de las tropas y a estrechar los lazos de cariño de todos los soldados hacia los combatientes, sus hermanos, que participaron en una de las empresas más difíciles, más eficaces y más gloriosas que ha realizado el Ejército de la República, en la seguridad de que estas enseñanzas harán despertar en todos ellos un vehemente deseo de emulación que impulsará tenazmente el trabajo de educación política y de capacitación técnica, aumentando la confianza en Jefes y Comisarios y demostrando en todos los actos la obediencia rigurosa a las órdenes del Mando.

Firme espíritu ofensivo

Es urgente e inaplazable —las horas y los días han de ser aprovechados— intensificar, principalmente en aquellas Unidades que constituyen nuestra masa de maniobras y nuestras reservas, el espíritu necesario y la moral elevada que se requiere para actuar ofensivamente o para contraatacar en caso necesario.

Las jornadas del Ebro, como anteriormente otros episodios gloriosos de nuestra lucha, han sido posibles gracias a la exaltación de este espíritu de ofensiva, formado como ya se ha dicho a base de una instrucción técnica adecuada, de una preparación política eficiente y de una confianza absoluta en el Mando, de una fe inquebrantable en la victoria.

El ataque es el fuego que avanza, pero el fuego no ocupa el terreno sino que lo hace inocupable por el enemigo y forma ante este barreras que deben ser infranqueables, así como lo alcanza en lugares en donde nuestras Unidades no pueden abordarlo. Pero la ocupación del terreno se efectuará materialmente por la tropa. Es la infantería la que a fin de cuentas ocupa las posiciones. Y la infantería que capitanean los extranjeros y los traidores a su Patria carece de moral, de nervio, de convicciones, de espíritu de sacrificio, cualidades que son la característica de nuestros soldados que saben por qué luchan y conocen el porvenir que les aguarda tanto en la derrota como en la victoria. Todo esto hace comprender la importancia de la disciplina que permitirá obtener de la tropa la ejecución inmediata de las órdenes; la necesidad de una instrucción previa que ponga en las manos del Mando un eficaz instrumento de guerra, inteligente y capacitado, y ejecutor automático de lo que debe hacer según las circunstancias. Lo mismo puede decirse de la necesidad de desarrollar el valor técnico y las cualidades morales de los cuadros de Mando, cuyo espíritu de iniciativa deberá aplicarse, no según órdenes precisas que no podrán en la mayoría de las veces ser dadas en el curso de la acción ofensiva, sino según directrices fijadas de antemano.

Si la defensiva exige de los Jefes y de la tropa cualidades de sangre fría, de método de trabajo y de valor que se puede calificar de pasivo, la ofensiva demanda especiales cualidades maniobreras, rapidez de decisión y de acción y un valor dinámico que no se adquiere sino con una gran preparación de la tropa y de sus Jefes. En el ataque es preciso una mentalidad práctica de resolución y de audacia. En las acciones ofensivas no puede haber vacilaciones, dudas, titubeos, porque pueden poner a la tropa en situaciones difíciles precursoras de la derrota. Esta demuestra los esfuerzos que son necesarios realizar para que la tropa se convierta en una tropa ofensiva. La ofensiva exige una maniobra difícil y es preciso preparar a las Unidades para ella, instruyéndolas cuidadosamente de antemano. En la ofensiva cada cual debe conocer el objetivo a alcanzar y como quiera que los medios a emplear están muy frecuentemente determinados por las reacciones del enemigo, es necesario que, según las circunstancias, sepa cada uno exactamente cómo ha de proceder.

Es de importancia esencial para la formación y desarrollo del espíritu ofensivo que los Comisarios fomenten, secundando al Jefe militar de la Unidad, la instrucción técnica, el estudio del terreno y del dispositivo enemigo, la determinación de los puntos débiles y de los puntos fuertes del adversario para estar en las mejores condiciones de lanzarse al ataque cuando llegue la orden del Mando. El Comisario explicará a los soldados que hace falta tener mucho valor para no perder la cabeza cuando se note que el enemigo está detrás de uno, y también les enseñará que los hombres no deben temer en marchar adelante e infiltrarse entre las defensas enemigas porque bastan muchas veces unos cuantos bravos resueltos para provocar la huida de tropas adversarias cuando se ven sorprendidas o rebasadas. Y si la posición enemiga se toma y los objetivos se logran, hay que impedir que en la alegría del éxito los vencedores se amontonen en las trincheras conquistadas. Porque el enemigo puede aprovecharse de este desorden para arrojarlos mediante un contraataque. Es preciso que, de antemano, el éxito haya sido previsto, que se haya señalado a cada Unidad su sector de ocupación, a cada Jefe su misión, que las armas automáticas establezcan barreras de fuego, que las patrullas se lancen al contacto del enemigo, le hostiguen y traten de acelerar su retirada, para, en todo lo que sea posible, explotar el éxito.

En las operaciones del Ebro el espíritu de ofensiva alcanzó un nivel envidiable y fue especialmente magnífico en los primeros días de la operación contra un enemigo del que era difícil descubrir las fuerzas y las intenciones. En esas primeras jornadas la infantería contó únicamente con su material y principalmente con sus armas automáticas, que aseguraron la defensa del territorio conquistado. En la batalla del Ebro se demostró de nuevo que cuando el potencial humano adquiere todo su valor: valor físico, valor técnico y valor moral, lleva ventaja sobre el número y el material. Hace falta ahora que en los duros combates que se aproximan, este espíritu de ofensiva sea superado y en todas las Unidades sea férrea la disciplina y se ponga el más celoso cuidado en el cumplimiento estricto del deber y en la ejecución automática de las disposiciones del Mando. En este sentido los Comisarios serán los más eficaces colaboradores del Jefe militar. Urge aprovechar los días de inactividad en los frentes para elevar la capacitación técnica, para mejorar la fortaleza física y para acrecentar el espíritu de superación en los Jefes, en los mandos medios y en todos los soldados a fin de que cada Unidad constituya, sin una sola discordancia, un engranaje ágil y fuerte. Todos los combatientes están convencidos de que en la guerra moderna no basta con el heroísmo si a esta importantísima cualidad no se suman la aptitud y los conocimientos. De ahí la necesidad de estudiar sin descanso, de perfeccionarse incansablemente, de incrementar las escuelas de capacitación, de ampliar los estudios de las ya organizadas, a fin de que se puedan formar abundantes y sucesivas promociones de cuadros valientes y preparados. El Comisario llevará al ánimo de todos los soldados que nunca se sabe bastante, porque siempre quedan conocimientos capitales por adquirir en el dominio de la teoría como en el terreno de la práctica.

El fascismo internacional, por la presión solidaria de las masas trabajadoras y democráticas de todo el mundo, que cada día que transcurre están más fraternalmente a nuestro lado, acaba de sufrir una derrota momentánea en las conversaciones celebradas en París entre los primeros ministros de Inglaterra y de Francia y en las que ha sido negada la beligerancia a Franco. Esta derrota quieren compensarla enviando a la España sometida centenares de aviones y cañones y nuevas Unidades de choque para volcarlas sobre nuestras líneas buscando un golpe decisivo. Simultáneamente el enemigo pone especialísimo interés en conocer nuestro dispositivo del sector asignado al XII y XVII Cuerpos de Ejército, lo que hace aumentar la sospecha de que sus propósitos ofensivos partirán de la línea comprendida entre las cabezas de puente de Balaguer y de Serós. Hay que estar prevenidos. Deberá interpretarse la inactividad que se observa en los frentes del Este y el bombardeo diario de ciudades situadas en la retaguardia inmediata a los mismos, como el anuncio de la inminente reanudación, con gran aparato, de la ofensiva rebelde. De ahí la necesidad de aprestarnos a realizar un gigantesco esfuerzo colectivo. Si sabemos comprender la urgencia y volumen de los esfuerzos que la actual situación militar exige de nosotros, exaltando el espíritu ofensivo, intensificando el sentimiento patriótico, acrecentando la capacidad combativa y estando siempre dispuestos a cumplir con exactitud las órdenes del Mando, vigilando minuciosamente los movimientos del enemigo, todo ello unido a un intenso trabajo político-educativo por parte del Comisariado, estamos seguros que una vez más serán derrotados los invasores que intentan convertir a España en una colonia para saciar sus apetitos imperialistas.

Intensificación del espíritu de resistencia

Numerosos y admirables ejemplos de resistencia se producen diariamente en nuestros frentes, pero para afianzar esta resistencia que nos conducirá a la victoria, para hacerla más firme y tenaz en todas la Unidades, es obligado intensificar el trabajo de agitación y de propaganda. Como hemos expuesto en nuestro folleto sobre Instrucciones a los Comisarios en relación con los factores fundamentales de la resistencia, las finalidades que perseguimos al multiplicar en todos los frentes este espíritu de resistir son:

Los Comisarios insistirán en que no se debe dar a la palabra resistencia el sentido de pasividad peligrosa. Quien dice resistir, esto es defenderse, no quiere significar aguardar, esperar al ataque del enemigo sin responder a él. En la guerra es necesario destruir al adversario por todos los medios, desgastarle, dificultar sus comunicaciones, impedirle dormir, fatigarle. Nuestras Unidades disponen de fusiles, de ametralladoras y de morteros que deben utilizar, de acuerdo con los planes del Mando, de una manera constante en hostigar al enemigo, cansándole, debilitándole con golpes de mano, con sabotajes organizados y con una propaganda que sea eficaz. Si el adversario sufre pérdidas constantes, si tiene que reconstruir las posiciones averiadas o destruidas diariamente, si en reconocimientos audaces le hacen prisioneros, si los fuegos le causan desgaste, sus energías serán quebrantadas y se verá imposibilitado de preparar ataques.

El espíritu de resistencia de nuestras tropas y su moral de hierro ha sido probada en la epopéyica defensa de Madrid, en la resistencia de Levante. Y más recientemente el Ejército del Ebro enseñó cómo debe practicarse la defensa activa que tantas pérdidas ha ocasionado al enemigo. Replegado a las primitivas posiciones de que salió el 25 de julio último, en que se inició la victoriosa ofensiva, conservará e incrementará su temple de héroes ante el que nada podrán los embates de los invasores.

Elementos importantes de la resistencia son el estudio de la situación propia y la vigilancia de los movimientos del enemigo. El estudio de la situación permite conocer exactamente cuáles son las condiciones de la defensa y qué disposiciones debe tomar el Mando ante la eventualidad de un ataque. La vigilancia de los movimientos del enemigo nos dará a conocer su importancia y su verdadera intención para adoptar las medidas de previsión que permitan disponer en cada punto de las fuerzas y medios que se estimen suficientes.

Urge comenzar una nueva campaña de agitación a cargo de todos los Comisarios para identificar a los combatientes que montan la guardia en los frentes de Cataluña con la idea fundamental de que la tierra patria no puede cederse y de que cuando existe una voluntad auténtica de resistencia a todo trance cumpliendo el mandato inflexible del Gobierno de Unión Nacional, al servicio de la independencia del pueblo español, el hombre —consciente de sus fines y deberes, organizado y atendido, educado y disciplinado— inutiliza y rechaza a las máquinas. Esta agitación alentadora, vibrante, en tono de arenga, realizada por el Comisario para lograr que el entusiasmo y la decisión prenda en los combatientes, para impulsarles a luchar impetuosamente, les estimulará a igualar y aún a superar los hechos heroicos que han prodigado los valerosos soldados del pueblo a lo largo de nuestra guerra. Este trabajo deberá realizarse con atención extremada, con cuidado excepcional y con difusión amplia en la línea del bajo Segre, desde Balaguer a Mequinenza, donde se registran importantes concentraciones enemigas y por lo que puede esperarse en un plazo más o menos inmediato una fuerte ofensiva del Ejército invasor y en donde es imperativo que nuestras tropas adopten la decisión indeclinable de resistir y vencer pase lo que pase, a cualquier precio, sin ninguna vacilación. Los Comisarios de las Unidades situadas en el mencionado sector, que acaso adquiera en los primeros días un relieve acusado, para situarse en el primer plano de la guerra, centrarán su trabajo que en atención a las circunstancias debe ser excepcionalmente intenso y laborioso, en cooperar con los respectivos Jefes militares para la mayor difusión y asimilación por la oficialidad y la tropa de las consignas técnicas de tipo defensivo, explicando con claridad y objetividad, sin optimismos exagerados ni pesimismos deprimentes, utilizando el lenguaje de la verdad, la situación que se avecina y señalando los medios que deber ser utilizados para que las dificultades se superen.

De la comprensión que evidencien los Comisarios de las circunstancias guerreras que se avecinan que exigirán un tremendo esfuerzo, de las directrices a cumplir, del trabajo a realizar, de su concepto de la responsabilidad, del honor patriótico y de la abnegación antifascista, de la colaboración con el Mando, de su contacto directo con la tropa, de su vigilancia política dependerá en mucho la resistencia activa y victoriosa que nuestro Ejército oponga a los intentos de los invasores. Las consignas de realización inmediata y urgentísima son: fortificar, entrenamiento físico, capacitación técnica, vigilancia política, exaltación del espíritu de resistencia y de ofensiva. Cometido capital e indemorable de los Comisarios que si se realiza con acierto, como esperamos, creará las condiciones morales que son imprescindibles para proporcionar éxitos transcendentales a la República en la nueva prueba que en las próximas jornadas será sometida.

EL COMISARIO GENERAL

Fdo. Ossorio Tafall.

Barcelona, 1.º de diciembre de 1938

Fuente: AJNP. <<