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[d20] Normas para tener en cuenta en las

gestiones del duque de Alba con el

Gobierno británico

MUY RESERVADO

Burgos, 25 de abril de 1938

1. Como cuestión previa, es de la mayor importancia hacer comprender al Gobierno inglés que concedemos más valor a la amistad de Inglaterra que a la de Francia. Conviene demostrar que un interés recíproco dicta, tanto a España como a Inglaterra, la necesidad de establecer un estrecho contacto que la perspectiva del futuro no puede sino acentuar, en beneficio mutuo. —En efecto, a España le conviene estrechar sus relaciones con Inglaterra desde el punto de vista económico puesto que, dado el estado de destrucción y ruina en que quedará una gran parte de nuestro territorio después de la guerra, será ineludible imprimir un gran impulso a la reconstrucción de la economía nacional y para ello quizá sea necesario completar nuestra riqueza con ayudas económicas que habrían de resultar interesantes para Inglaterra—. Por otra parte, habida cuenta de nuestra situación geográfica, a Inglaterra le conviene conservar la amistad de España y hasta no es aventurado decir que la necesita, ya que en un momento determinado podemos pesar mucho en la política europea. Inglaterra, en buena armonía con la España Nacional, contaría con la tranquilidad de tener aseguradas sus comunicaciones por mar y su acceso al Mediterráneo; con la España Nacional enfrente y unida a otros países, que eventualmente pudieran serle hostiles, se aumentarían considerablemente sus dificultades.

2. La España roja tiene irremisiblemente perdida la guerra y sus dirigentes lo saben perfectamente. Las masas que en su campo se movilizan, en su gran mayoría forzadas por el terror, entran en combate sin moral alguna y como carne de cañón que los dirigentes utilizan para dar una sensación de fuerza que están muy lejos de poseer, sin otra finalidad que sostenerse el tiempo que juzguen preciso para poder buscar una salida. Sin embargo, esta resistencia sería imposible sin la ayuda de Francia, que pugna con los más elementales sentimientos humanitarios y que sólo produce destrucción, desolación e inútil derramamiento de sangre, siendo este apoyo moral y material el único tónico que sostiene a los rojos y que prolonga su agonía, con grave perjuicio para la consolidación de la paz en Europa. De no contar con ese apoyo, la guerra estaría ya terminada. Cae, pues, sobre Francia exclusivamente la responsabilidad de que la guerra se prolongue.

3. En relación con el porvenir inmediato de la guerra, téngase en cuenta que a la España Nacional le sobran hombres para sostenerla, puesto que faltan por movilizar catorce reemplazos, que darían un efectivo de 85 000 hombres sobre los que ya tenemos, contando además con un copioso material de guerra y con elementos de todo género que le permiten considerarse lo bastante fuerte para vencer a los rojos y rematar su victoria militar de un modo decisivo y absoluto.

4. La prolongación de la guerra, por causa exclusiva de Francia, excita a nuestra opinión pública que, al darse cuenta de ello, forzosamente ha de atribuir a los Gobiernos de la vecina República la responsabilidad de tal conducta que tanto tiene que influir en las relaciones con la España Nacional con ese país. Reiteradamente se ha hecho saber a los Gobiernos de Francia que cada día que pasa persistiendo en su actitud empeora su posición para un futuro restablecimiento de nuestras relaciones económicas, entre otras cosas porque hay otros países más comprensivos que conquistan posiciones a su costa.

5. Nuestra situación de frialdad con el Gobierno francés se debe exclusivamente a su complicidad con la España roja. En cuanto a la Francia no oficial, abrigamos los mejores sentimientos así como la más sincera simpatía, haciendo siempre la obligada distinción entre el elemento sano del país vecino y los elementos gubernamentales prisioneros de las extremas izquierdas y esclavos de compromisos que, sin duda, les impiden ver claro en los distintos aspectos que presenta este problema español.

6. Nuestra posición actual en relación con Francia es la siguiente: estimamos que es de todo punto imposible establecer contacto alguno de carácter económico o comercial con elementos franceses mientras el Gobierno francés no se decida a cerrar de un modo absoluto la frontera franco-catalana, constituyendo este gesto el único que nos puede servir de prenda segura respecto a una sincera rectificación de la conducta seguida hasta el momento presente. Una vez cerrada la frontera para todo tránsito de material bélico, estamos dispuestos a iniciar conversaciones encaminadas a un restablecimiento de relaciones, siquiera sea de facto, que permita tratar los diversos problemas de carácter político, económico o comercial que puedan interesar a ambos países. En este sentido hemos contestado a algunos emisarios que por diversos conductos han pretendido acercarse a nosotros, atribuyéndose una representación más o menos oficiosa, cuya medida y legitimidad no está bien comprobada, pero que no reflejaba menos cierto interés en iniciar contactos en forma y condiciones inadmisibles.

7. Hay que insistir mucho en el error profundo que supone considerarnos ligados a otras Naciones mediante compromisos que puedan limitar en lo más mínimo nuestra independencia y libertad de acción. Ni Italia ni Alemania tienen miras interesadas con relación a nuestro territorio y si nos han mostrado sus simpatías en forma de apoyo moral (sic) es atendiendo a motivos y razones de carácter meramente ideológico, de acuerdo con el sistema político imperante en esos países. —Por otra parte, salta a la vista la diferencia entre la España roja y la nuestra, y sería un gran error que no puede escapar a la perspicacia de los gobernantes de Londres, el suponer que una Nación que se reconstituye a base de tanto heroísmo y sacrificio, con una tradición histórica como la nuestra y con un ideal como el que inspira y da aliento a nuestra Causa, sea capaz de hipotecar ni una sola pulgada de su territorio ni de consentir ninguna clase de limitaciones en su soberanía.

8. En este orden de ideas, ante la eventualidad de que en Londres puedan los Ministros franceses aludir a una posible neutralización de las Islas Baleares, es preciso estar preparado para rechazar en absoluto y de una manera terminante y decisiva toda posible insinuación en este sentido. —Tampoco podría admitir el Gobierno Nacional ninguna sugestión encaminada a obtener una mediación de potencias extranjeras encaminada a poner término a la guerra, privándonos del fruto de nuestra victoria militar.

9. El conflicto español, enfocado desde un punto de vista europeo, que es como únicamente puede interesar a Inglaterra y a Francia, es indudable que su prolongación representa un constante peligro para la paz, ya que, si hasta ahora se ha podido evitar que degenere en conflicto internacional, cualquier incidencia imprevista puede hacer cambiar el giro actual, teniendo presente que toda la labor de los rojos se encamina exclusivamente a este fin, según hacen público en sus discursos constantes a las masas, alentándolas a resistir con la esperanza de que se produzca el ansiado quebrantamiento de la paz europea. De la prolongación de esta guerra hay que culpar exclusivamente a Francia, que parece inspirar su conducta en un criterio totalmente opuesto al de Inglaterra, puesto que la ruta marcada por la política inglesa consiste en ir despejando el horizonte y limpiando el camino de obstáculos que puedan entorpecer el mantenimiento de la paz. —Por consiguiente, si la política francesa ha de seguir una orientación análoga a la inglesa en Europa, sería de interés para el Gobierno inglés hacer comprender al de París el error que padece con su conducta y el serio peligro que supone su extremada complacencia a las exigencias de los elementos izquierdistas de uno y otro país. En su virtud, la presencia de los Ministros franceses en Londres brinda una oportunidad para que el Gobierno británico dirija un amistoso llamamiento al Gobierno francés a fin de que cese en su actitud de incomprensión hacia este problema español que tan equivocadamente ha enfocado desde el primer momento.

10. Ya es tiempo de que el actual Gobierno francés demuestre con hechos que su significación es realmente distinta del anterior y que no son vanas las esperanzas que la opinión europea había puesto en él. El cierre inmediato de la frontera franco-catalana para toda clase de material de guerra es el primer paso que puede ofrecer en estos momentos el Gobierno francés para mostrar una rectificación de su política, teniendo en cuenta que la España Nacional será un elemento conciliador en el momento en que se normalice la situación, mientras que la España roja es un elemento de peligrosa complicación que representa una amenaza constante para la paz europea y que deja en pie sin posible solución el «problema español».

11. Conviene subrayar la actitud de clemencia del Generalísimo que excluye de culpa y exime de castigo entre los rojos a todos aquellos que no hayan cometido delitos comunes o tengan probados sus crímenes, y a estos se les juzga, como se viene haciendo hasta ahora, por Tribunales de Justicia rodeados de las máximas garantías.

CONCLUSIÓN. Nuestro principal interés estriba en llevar al ánimo del Gobierno inglés el convencimiento de que la España Nacional desea un acercamiento sincero y leal hacia Inglaterra, que sea anuncio de una inteligencia cordial en el futuro, en armonía con la tradición de nuestra orientación política y con las mutuas conveniencias de nuestra respectiva situación geográfica. Esa aproximación permitiría una colaboración amistosa de los dos países en la manera de apreciar los diversos problemas planteados en el occidente de Europa, que en lo sucesivo no podrán tratarse a espaldas nuestras. —Pero el Gobierno británico ha de comprender que la actitud del Gobierno francés constituye un serio obstáculo en ese camino que nos marca nuestro deseo de aportar un leal concurso al mantenimiento de la paz y, dado el aparente paralelismo de la política inglesa y de la francesa, mientras Francia persiste en su actitud de abierta y marcada hostilidad hacia la España Nacional, no se ve el modo de convertir en realidad esta buena disposición, pareciendo más bien que la conducta política de Francia tiende a crear un abismo entre ese país y España, convirtiendo en amistad irreconciliable lo que debiera ser cordialidad y espíritu de conciliación. La larga serie de agravios hacia la España Nacional, que la Francia oficial se complace cada día en aumentar, parece obedecer a un propósito deliberado cuya finalidad es difícil de comprender—. Y este propósito, elegido en sistemática norma de conducta, es el obstáculo mayor que se levanta en el horizonte político del Occidente europeo, viniendo a entorpecer la admirable labor de la diplomacia inglesa que tiende a allanar obstáculos y a buscar soluciones que faciliten el mantenimiento de la paz.

Por consiguiente, toda tentativa que haga el Gobierno inglés para obtener una rectificación de conducta del francés servirá la causa que defiende Inglaterra; y si el primer paso en este sentido parece iniciado con la proyectada aproximación franco-italiana es verosímil que no desagrade a los gobernantes de Londres completarlo con una comunidad de miras en el problema español.

La necesaria gestión para inducir al Gobierno británico a penetrar en este orden de ideas habrá de hacerse en forma que no revele el menor interés por nuestra parte en entablar relaciones con Francia, que no rechazaríamos en las condiciones expuestas, pero que no las necesitamos ni las mendigamos.

Fuente: AMAE, legajo R-833, E 17. <<