[d18] Muestras de la correspondencia
Prieto-Negrín inmediatamente antes de
la crisis de abril de 1938
Barcelona, 26 de marzo de 1938
Excmo. Sr. Don Juan Negrín.
Mi querido amigo: esta mañana, al final de nuestra reunión, pregunté al General Grigorovich cuál era la fecha de su partida. Me dijo que el 31. Por consiguiente, disponemos del lunes, martes y miércoles para ofrecerle una comida de despedida. Por toda clase de razones, incluida la categoría de Grigorovich, creo que debe ser usted quien ofrezca la comida.
Acaso las circunstancias no sean adecuadas para que nos reunamos semipúblicamente en algún restaurante, por lo cual será preferible que, aun limitando el número de comensales, tenga el acto un carácter muy privado. Yo había hablado a usted del pabellón que ocupo en la finca destinada a los Servicios centrales del Ministerio de Defensa Nacional; pero me parece preferible que sea en la propia residencia de usted. Si las circunstancias fueran otras, podríamos congregarnos en el castillo de Vich, llevando allí servicios de cocina y mesa; pero correríamos el riesgo de que coincidiera el festín con un día crítico, que no aconsejase tal distanciamiento de Barcelona. Desde luego, yo le ofrezco a usted el cocinero del Ministerio y los medios de provisión del mismo, por si quiere usted disponer de ellos para completar su servicio.
Perdóneme todas estas observaciones. Las formulo temeroso de caer en falta con el amigo a quien queremos, conjuntamente, agasajar.
Suyo afmo. amigo
Fdo.: Indalecio Prieto
(…)
Barcelona, 30 de marzo de 1938
Excmo. Sr. D. Juan Negrín.
Mi querido amigo:
Ayer se recibió un telegrama del Coronel Pastor que dice así: «Ofrecen de nuevo 44 “Voltees” en Inglaterra, armados, entrega inmediata, precio total 800 000 libras esterlinas, que trataré de rebajar con poca esperanza. Pagaremos al desembarcar en Francia, abriendo un crédito por 15 días. Miércoles me dirán si por fin se autoriza exportación “Avias” que exigirán 300 000 libras esterlinas. También posible 15 cazas “Seversky”, entrega inmediata América 260 000 libras esterlinas y los PZ. L. tipos 11 y 24, cuyos precios conoce la Subsecretaría de Aviación. Dispongo de 250 000 libras esterlinas. Espero instrucciones».
Los «Voltees» a que se refiere la primera parte del telegrama son los mismos de que le hablaron a usted ayer, al terminar el almuerzo en su residencia, los coroneles Camacho e Hidalgo de Cisneros. Según la versión que ambos me dieron, usted les contestó que no era necesaria la compra de los «Voltees», porque la URSS nos iba a abastecer rápida e ilimitadamente de material de aviación.
Esta noche, al venir a verme en visita de despedida el General Grigorovich, le he hablado de este asunto, comunicándole la respuesta de usted. Y tras un gesto negativo que puso como comentario a la afirmación que yo le comunicaba, me dijo que si había efectivamente posibilidad de comprar los «Voltees» y estos se hallaban armados, se hiciera la compra al costo que fuese.
Me parece que no cumpliría con mi obligación si yo no diera cuenta a usted, como ahora lo hago, de las manifestaciones categóricas del General Grigorovich.
Suyo afmo. amigo
(…)
Barcelona, 30 de marzo de 1938
Excmo. Sr. D. Juan Negrín
Mi querido amigo: Le escribo luego de hablar con Julián Zugazagoitia, quien ha venido a darme cuenta de una conversación tenida con usted y de la cual fue tema mi actitud en el seno del Gobierno y mis perspectivas de la guerra.
Zugazagoitia estuvo muy justo al decirle que no encontraría usted de mi parte dificultades para sustituirme en la cartera de Defensa Nacional, que no me resentiría por tal acuerdo y que seguiría incondicionalmente a su disposición.
Solamente y en cuanto a esto último habré de pedirle un favor: el de que si dispusiera de mí para algún otro cargo, no fuese dentro del Gobierno.
Esta petición es consecuencia de las manifestaciones que mi en el caso de formular durante el último Consejo de Ministros cuando al quejarse Zugazagoitia de que con pleno desacato el órgano comunista Mundo Obrero había publicado un artículo que tachó íntegro la censura, Jesús Hernández se declaró autor de ese trabajo y de otros que, con el seudónimo de «Juan Ventura», aparecieron en la prensa barcelonesa y en los que se me atacaba por mi visión de nuestra lucha y por mantenerme silencioso.
Recuerdo mis palabras tan sobrias como terminantes: si nos halláramos en período de normalidad, aunque esta sólo fuera relativa, yo abandonaría en el acto el puesto que ocupo, pues por mi concepto de lo que debe ser la solidaridad ministerial en todo momento y de manera muy singular en los presentes, estimo inadmisible el proceder del Ministro de Instrucción Pública al atacarme en la forma que lo ha hecho. Mas la situación actual me impide marcharme. El deber me ata al cargo. Abandonarlo por propia voluntad, aún con motivo tan poderoso, equivaldría a desertar y yo no deserto. Sigo, pues, siendo Ministro de Defensa Nacional pero sabiendo que desde ahora ejerceré el cargo sin autoridad y sin decoro. Únicamente me será permitido que a partir de este instante, mis relaciones con quien ha procedido de ese modo se limiten a las estrictamente oficiales. Aun así, mi convivencia con él habrá de resultarme penosa.
A lo que dije entonces sigo ateniéndome, y de ahí mi ruego de que, al prescindir de mí en el Ministerio de Defensa Nacional, me releve de seguir sufriendo tan penosa convivencia.
Al caer Bilbao en manos del enemigo, pedí a usted que aceptara mi dimisión y reiteré mi súplica cuando, al rendirse Gijón, se consumó la pérdida total del Norte.
Recientemente y como consecuencia de la campaña del partido comunista contra mí, campaña notoria a pesar de negativas meramente formularias y de la cual son reflejo los artículos de Jesús Hernández, he dicho a usted varias veces, de palabra y por escrito, que sería una buena obra política alejarme de la gestión ministerial que me fue confiada en mayo de 1937, al constituirse el actual Gobierno.
Los reveses de la guerra quebrantan a quien más principalmente encarna la dirección de la misma. Después de los rudos golpes del Norte, han venido estos de Aragón, tan tremendos como aquellos. Midiendo por la magnitud de lo ocurrido el quebranto, me considero un instrumento inútil.
Pero hay más; hay que usted y yo discrepamos en las perspectivas de la guerra y en la conducta que el Ministro de Defensa Nacional debe seguir con los compañeros de Gobierno. Mis perspectivas de la guerra, parece que anulan en todo o en parte mi acción directora. Se lo he oído a usted varias veces y esa es precisamente la tesis desarrollada por Jesús Hernández en uno de sus artículos.
En resumen: no soy apto para el cargo que desempeño por mi visión de los acontecimientos. Y, además, no procedo con discreción al exponer crudamente mi parecer en pleno Consejo de Ministros.
Entiendo que ante mis compañeros de Gobierno no debo ocultar, disimular ni disfrazar mis pensamientos. Ni lo hice nunca ni lo haré jamás. Si acaso, ello le podrá ser tolerado a quien asuma la Presidencia del Consejo de Ministros. Tengo sobre esto mis dudas que no es cosa de desarrollar aquí; pero no me cabe ninguna acerca de que a un simple ministro no le son lícitos ni la ocultación, ni el disimulo ni el disfraz de su opinión cuando la expone ante el Gobierno.
Y desde luego, entiendo que sobre cuestiones fundamentales —la guerra es cuestión fundamental en grado sumo— no caben discrepancias entre un ministro y el Presidente del Consejo, siendo, como es este, constitucionalmente, único responsable de la política ministerial.
Estimo, pues, archilógica mi sustitución en el Ministerio de Defensa Nacional. Puede usted decretarla en cualquier instante seguro de que no me producirá enojo ni contrariedad y que seguirá usted teniéndome a sus órdenes, porque así me lo impone el deber y lo aconseja la amistad.
Afectuosamente le saluda,
Indalecio Prieto
ply.–
Fuente: SECC, p. 285.
Publicado por primera vez en Prieto, Convulsiones, pp. 43-45.
(…)
Barcelona, 1.º de abril de 1938
Exmo. Sr. D. Juan Negrín.
Mi querido amigo:
He recibido una carta del Cónsul de España en Perpiñán hablándome de diversas cuestiones. En esa carta me refiere que el Prefecto de los Pirineos Orientales, a pretexto de conocer los efectos causados por los últimos bombardeos de la aviación facciosa en Port-Bou, ha estado en la frontera, donde ha conversado con el alcalde de Cerbére, nuestro amigo Cruzel. He aquí unas palabras de nuestro Cónsul, que creo deben ser conocidas por usted: «Según me ha referido Cruzel, el Prefecto ha dicho en la conversación que las noticias que venía recibiendo de París eran malas y que convenía prever la posibilidad de que el material fuera a parar a manos de Franco». Quizá esta impresión se haya acentuado después del paso a territorio francés de algunos miles de soldados españoles fugitivos, suceso al cual aluden telegramas de hoy de nuestro Embajador en París, que supongo le habrán pasado a usted, como a mí, el Ministerio de Estado.
Suyo afmo. amigo.
Fuente: AJNP. <<