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[d15] La estrategia de Negrín y

la apelación a Francia

en marzo de 1938

El Gobierno de España considera llegado el momento, atendidas las circunstancias recientemente producidas en nuestro país con motivo de la ofensiva italo-germana en el frente de Aragón y en Europa con la invasión y anexión de Austria por Alemania, de dirigirse al Gobierno de Francia para declarar solemnemente su propósito resuelto de seguir sin ninguna vacilación la defensa de la independencia del territorio español.

Sabe el Gobierno que el éxito de esa defensa está condicionado, como consecuencia de la intervención decidida en la lucha española de Italia y Alemania, a los auxilios que nuestro propósito inmodificable alcance a tener en las potencias europeas y, de modo preferente, en la gran nación francesa. Ese convencimiento y lo grave de las horas presentes nos obligan a inquirir si nos es dado esperar una ayuda urgente de valor decisivo.

Tal demanda, de condición dramática, está justificada plenamente con sólo considerar que, al defender la integridad e independencia de nuestro territorio, defendemos la seguridad de Francia que, cualquiera que sean sus divergencias interiores, no puede ser indiferente, por razón de instinto, a la instalación en los Pirineos y en el Mediterráneo de alemanes e italianos y a la incorporación de España, nación rica en materias primas fundamentales, a la órbita de los pueblos sometidos a las dos potencias totalitarias.

La resolución de continuar hasta el fin no nos engaña: desasistidos de auxilios eficaces no podremos —como no podría ninguna nación europea aislada— contra Italia y Alemania. Si todo cuanto Europa solicita de nosotros es el ejemplo de un sacrificio heroico, lo tendrá sin más que conservarse espectadora de una lucha cruelmente desigual. Si se promete una victoria que inicie las que Francia e Inglaterra necesitan ganar para alejar el riesgo de una conflagración general, precisará ayudarnos resueltamente. Nuestras continuas reclamaciones en este sentido han venido siendo desoídas y, carentes de medios de defensa que no podemos improvisar, hemos llegado a esta situación crítica, de mayor relieve después de los sucesos de Austria.

El Gobierno de Francia se encuentra ante esta situación de hecho: el triunfo de los rebeldes en España situaría toda la potencia militar e industrial de nuestra Patria al servicio de Italia y Alemania y en contra de su nación. Al contrario: la victoria del Gobierno republicano colocaría esas fuerzas, considerablemente acrecidas por la guerra, al servicio de su causa. Ofrecemos, a este respecto, las garantías políticas y militares que sean precisas. Brindamos a Francia, a cambio de su cooperación a nuestra victoria, una España resuelta a trabajar en el mantenimiento de la paz de un modo activo y no pasivo. Esta resolución de nuestro ánimo, que transcribe fielmente la voluntad del pueblo español, nos da derecho a reclamar, con la solemnidad de los que saben que al defender su independencia defienden la independencia ajena, que no es la derrota de la nación española lo que Italia y Alemania persiguen como aspiración europea, la ayuda de la nación francesa.

Confiamos en recibirla urgentemente, ya que concediéndonosla, Francia defiende sus destinos de pueblo libre. Reclamación que, formulada en momentos graves, alcanzará a tener en lo por venir, con una u otra respuesta, trascendencia histórica, ya que sin supervalorar el desenlace de la guerra de España, dependerá de él la suerte de Francia, sin cuya independencia no cabe imaginar una Europa pacífica.

Fuente: AJNP. <<