34. MÁS PUERTAS DE HIERRO

—No hay salida —dijo Gallaho mientras iluminaba con su lámpara un sótano bajo donde había almacenadas desde botellas de vino, de cerveza y cajas de ginebra y whisky hasta quesos e incluso manjares de origen chino.

—Por aquí, señor —dijo una voz procedente de arriba—. ¡Por aquí se puede bajar!

Gallaho salió del sótano y corrió hasta una cocina donde encontró a Trench delante de un armario abierto. En los estantes de este armario había todo tipo de desperdicios: latas, papeles, cajas de cartón… Pero, de algún modo, seguramente por accidente, el hombre de Scotland Yard había descubierto un pestillo oculto y había apartado a un lado aquellos estantes, que constituían una segunda puerta oculta.

De la oscuridad que había más allá salía un aire muy caliente y hediondo.

—Estamos justo debajo del bar, inspector. Lo sé por el calor que hacía al final de la sala del club.

—¿Qué hay ahí? Tenga cuidado.

Gallaho avanzó e iluminó la cavidad. Vieron un pasillo en pendiente con unos escalones de madera.

—Vamos —dijo, y encabezó la marcha.

Diez escalones más abajo había una curva. Gallaho la dobló con cautela y vio más escaleras. Hacía mucho calor, cosa que no acababa de comprender. Llegó a un espacio enladrillado. Algunos ladrillos habían caído.

—Esta construcción tiene una estructura de hierro —dijo alguien desde atrás.

Se oía un regular sonido de pasos pesados en la escalera.

—¡Oh! —exclamó Gallaho—. ¡Qué extraño! —Se detuvo y echó un vistazo a su alrededor—. Me pregunto si esto tiene algo que ver con el túnel por el que preguntaba sir Denis.

—Esto se construyó hace mucho tiempo.

—Ya lo veo. Y también recorre una gran distancia hacia abajo.

A medida que descendían, los escalones eran cada vez más empinados. Eran unos simples tablones toscamente negados al cemento. Luego había un estrecho y largo pasillo con paredes de ladrillos y el suelo de cemento. Gallaho siguió al frente, pero aquel pasillo era tan largo que antes de llegar al final, todos los hombres encargados de registrar el edificio del Sam Pak’s formaron una cola detrás de él.

—Es un camino muy raro —dijo alguien.

—Debemos de estar por debajo del nivel del Támesis.

Gallaho siguió.

—Estemos al nivel del Támesis o no —gruñó—, estamos atrapados.

—¿Qué sucede, inspector?

Trench y los demás se agruparon. Forester, bastante lejos, cubría la retaguardia.

—¡Sucede que hay otra maldita puerta de hierro!

Quiero conocer la historia de este lugar y quiero saber por qué jamás se ha hecho ningún informe. ¿Cuál es la razón de que haya puertas de hierro en un restaurante?