LIBRO II

INTRODUCCIÓN

El libro II de las Tristes está concebido como si de una apología o defensa de la poesía y de la persona de Ovidio se tratara. Está dirigido al emperador Augusto, a quien dedica profusas alabanzas no exentas de ciertos reproches, y su fecha probable de composición es alrededor del año 10, a tenor de los datos contenidos en el mismo acerca de la campaña de Tiberio en la Dalmacia y Panonia, acabada a finales del 9, y de la que Ovidio parece no tener aún noticias.

El libro está concebido como una auténtica pieza retórica del género suasorio y consta de varias partes muy bien definidas:

  1. a) Introducción o Proemio (vv. 1-26): a pesar de que la poesía ha sido la causa principal de la desgracia del poeta, Ovidio tiene un alto concepto de su labor poética. Augusto, igualmente, valora altamente la poesía y ha encargado a Horacio el Carmen Seculare en honor de Apolo, con motivo de los Juegos Seculares.
  2. a) Proposición (vv. 27-28): por todo lo expuesto, Ovidio espera que Augusto se deje ablandar por su poesía y le levante o, al menos, suavice la pena impuesta.
  3. a) Apelación o súplica al Emperador (vv. 29-206): en ella ataca al delator que lo acusó ante el Emperador y elogia la clemencia y la grandeza de Augusto.
  4. a) Refutación o defensa propiamente dicha (vv. 207-572): el poeta rechaza las acusaciones que se han hecho a su poesía, haciendo ver que son comunes a muchos otros poetas, pasando por alto la otra acusación o culpa que se le imputaba: el error o desliz cometido.
  5. a) Conclusión o perorata final (vv. 573-578): en ella apela de nuevo a la clemencia del Príncipe para que le suavice el castigo, idea expresada ya en la segunda parte o proposición.

El carácter retórico del poema es evidente y admitido por todo el mundo: destaca en él la habilidad del poeta para no aludir a su otra gran culpa, el error o desliz cometido, y, por otra parte, el carácter exagerado y un tanto ficticio de las alabanzas dirigidas al Emperador.

En cuanto a su carácter unitario, puesto en duda por algunos autores[325], y a pesar de algunas pequeñas contradicciones e incoherencias presentes a lo largo del poema, pero que tampoco faltan en el resto de los poemas del destierro, hemos de decir que resulta claro, si atendemos a la división antes apuntada de este libro en las partes típicas de una pieza retórica apologética, que parece ser lo que lo define.

La parte central del libro (vv. 359-466) la ocupa la enumeración de los principales poetas de la Antigüedad Clásica (vv. 359-420, los griegos, y VV. 421-466, los romanos) que, a juicio de Ovidio, habían incurrido en el mismo deli to suyo de escribir versos un tanto licenciosos. Desde Homero a Propercio, una larga serie de poetas habían hecho lo mismo que él y nunca fueron castigados (vv. 361-62, 469-70, 495-96 y 567-68), antes al contrario, gozaron de gran favor entre el público y entre las autoridades griegas y romanas (vv. 419-20). Y continúa la enumeración posteriormente desde el V. 495 hasta el 539, en que alude al mimo, a las piezas de teatro y a la mismísima Eneida y Bucólicas de Virgilio. La lista de poetas citados (desde el V. 359 en adelante) es la siguiente: Accio y Terencio (v. 359), Anacreonte (364), Safo (365), Calimaco (367), Menandro (369), Homero (371), trágicos griegos (395), Arístides (413), Eubio (415), Ennio (423), Lucrecio (425), Catulo (427), Calvo (431), Tícida y Memio (433), Cinna y Ánser (435), Cornificio y Valerio Catón (436), Varrón Atacino (439), Hortensio y Servio Sulpicio (441), Sisenna (443), Cornelio Galo (445), Tibulo (447) y Propercio (465). Posteriormente, a partir del V. 495, alude a los autores de mimos (497), de piezas teatrales (507 y sigs.) y al mismísimo Virgilio (533 y sigs.). Aparte de algunos poetas griegos, el grueso de la lista lo componen los poetas neotéricos y los elegiacos latinos. De algunos de ellos, poco conocemos: Ánser, Cornificio, Tícida y Memio, por ejemplo, nos resultan casi unos desconocidos.