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A TUTICANO

Esta epístola, escrita algo después de la otra dirigida al poeta Tuticano[1179], aparece como desarrollo de aquélla. Apenas si hay en ella alusiones personales a Tuticano, a excepción del primer dístico, y está dedicada a insistir sobre los inconvenientes del país, para apoyar así su petición de que le cambie el lugar del destierro.

Aunque no hay ningún dato que permita fecharla, esta carta debe de ser una de las últimas de la colección.

Esta carta te la envío a ti, de quien me lamenté hace poco en un poema que no tenías el nombre adecuado para mis ritmos; en ella no hallarás ninguna otra cosa que me agrade, a excepción de que hasta ahora y de cualquier modo estoy bien de salud. Pero la salud misma me resulta también odiosa y, en efecto, mis últimos votos consisten en marchar de estos lugares adonde sea. No me preocupa nada saber a dónde voy a ser enviado desde esta tierra, porque cualquier lugar será más agradable que ésta que contemplo. Enviad mis velas en medio de las Sirtes[1180], en medio de Caribdis[1181], con tal de que me vea libre del país en el que estoy. Incluso la Estigia, si existe, la cambiaría con gusto por el Histro, y si algo más abajo que la Estigia tiene el mundo. Menos detesta el campo cultivado las hierbas y la golondrina el frío, que Nasón los lugares próximos a los getas, adoradores de Marte. A causa de tales palabras, los tomitas se enardecen contra mí y mis versos han suscitado la ira pública[1182]. Así pues, ¿no dejaré yo nunca de perjudicarme por culpa de mis versos y me veré siempre castigado por mi imprudente talento? ¿Dudo, pues, si cortarme los dedos para no escribir, y sigo aún, ¡loco de mí!, las armas que me dañaron? ¿De nuevo me desvío hacia los viejos escollos y a aquellas aguas en las que mi náufraga nave encalló? Pero yo no cometí ningún delito, no he contraído ninguna culpa, tomitas, a quienes yo amo, aunque detesto a muerte vuestro país. Que cualquiera examine el producto de mi trabajo: ¡mis escritos no se han quejado en nada de vosotros! Me quejo del frío, de las incursiones temibles desde cualquier punto y de que las murallas sean batidas por el enemigo. Contra los lugares, no contra las personas, dirigí reproches muy ciertos. Vosotros mismos culpáis también a menudo a vuestro suelo.

La Musa del viejo agricultor se atrevió a enseñar, cuán detestable era su Ascra en todo momento, y quien escribió aquello había nacido en aquella tierra y, sin embargo, Ascra no se encolerizó contra su poeta[1183]. ¿Quién amó más a su patria que el astuto Ulises? Sin embargo, por indicación suya se conoció la aspereza del lugar [1184]. El escepsio [1185] atacó con escritos amargos, no los lugares, sino las costumbres ausonias, y Roma fue acusada; soportó ella, sin embargo, con serenidad de espíritu aquellos falsos reproches y aquella lengua terrible no causó daño a su autor. Ahora bien, un intérprete malintencionado incita contra mí la cólera del pueblo e invoca contra mis poemas una nueva acusación. ¡Ojalá fuera tan afortunado como limpio de corazón! Hasta ahora nadie ha sido herido por mi boca[1186]. Añade que, aunque fuera más negro que la pez ilírica, no debería atacar a un pueblo fiel. Mi suerte, acogida amablemente por vosotros, tomitas, revela que hombres tan acogedores son griegos. Mi pueblo peligno y Sulmona, mi comarca familiar, no pudieron ser más indulgentes con mis desgracias. Ese honor, que difícilmente concederíais a cualquiera que gozara de la plenitud de sus derechos, me lo otorgasteis a mí hace poco. Hasta ahora, en vuestras costas, sólo yo estoy libre de impuestos, con excepción de aquellos que gozan de privilegios legales. Mis sienes han sido ceñidas con una corona sagrada, que me impuso el favor popular, en contra de mi voluntad[1187]. Así como la tierra de Delos, la única que le ofreció en su errar un asilo seguro, resulta grata a Latona [1188], del mismo modo me es querida Tomos, que a mí, que estoy exiliado de mi patria, me ha mantenido hasta hoy su fiel hospitalidad. ¡Si sólo hubieran hecho los dioses que pudiera albergar la esperanza de una paz tranquila y que estuviera más alejada del helado Polo!