A GALIÓN
Se piensa que el destinatario de esta breve epístola debe de ser el rétor Junio Galión, amigo del también rétor Séneca. Es autor de un tratado de retórica[1167] y formó parte del Círculo de Mesala, en el que debió de tratar y de hacer amistad con Ovidio. Fue padre adoptivo del hermano de Séneca el filósofo, Anneo Novato. Siendo senador, el 32 d. C., fue expulsado del Senado y de Roma[1168].
Esta breve epístola es una composición más bien de circunstancias: tiene por objeto lamentar la muerte de la esposa de Galión, de la que Ovidio ha tenido noticia, y, al mismo tiempo, desearle que haya contraído ya un nuevo matrimonio.
Galión, será para mí un delito apenas perdonable no haber puesto tu nombre en mis poemas. Pues tú también, lo recuerdo, bañaste con tus lágrimas mis heridas, causadas por una lanza divina. ¡Y ojalá que, afectado por la pérdida del amigo sustraído, no hayas sentido nada más de lo que te hayas tenido que lamentar! No lo quisieron así los dioses, que no estimaron impío despojarte cruelmente de tu fiel esposa. Pues hace poco me ha llegado tu carta, mensajera de tu duelo, y he leído con lágrimas tus desgracias. Pero, ni me atrevería yo, que soy menos prudente, a consolar a un sabio, ni a repetirte las consabidas palabras de los doctos; además, sospecho que ya hace tiempo terminó tu dolor, si no de un modo racional, al menos por el tiempo transcurrido. Mientras me llega tu carta, mientras la mía va recorriendo tantos mares y tierras, transcurre un año. Es propio de un determinado tiempo pronunciar palabras de consuelo, mientras el dolor está en curso y el enfermo pide ayuda. Pero cuando el largo tiempo transcurrido ha calmado las heridas del alma, las renueva quien las remueve de modo inoportuno. Añade (¡y ojalá te llegue mi presagio cumplido!) que es posible que ya seas feliz en un nuevo matrimonio.