A MIS AMIGOS
Elegía muy similar, por su contenido, a la novena de este mismo libro: en ambas, Ovidio se defiende de la acusación de que se repite monótonamente en sus diversos poemas del destierro. El poeta está cada vez más desmoralizado y más desesperanzado de alcanzar el perdón o, al menos, el cambio del lugar del destierro. De ahí que en esta epístola Ovidio acepte incluso morir en Tomos, con tal de que pueda seguir abrigando la esperanza de que Augusto podrá un día rebajarle el castigo.
Al pedir con tanta frecuencia lo mismo, me faltan las palabras y ya me avergüenzo de que mis inútiles súplicas no tengan fin. Pienso que estáis hartos de poemas similares y que todos sabéis bien qué pido. Y conocéis ya qué contiene mi carta, aunque el papel no haya sido aún liberado de sus ataduras. Cámbiese, pues, el sentido de mi escrito, para no ir tantas veces contra la corriente del río. Perdonadme, amigos, por haber puesto mis mejores esperanzas en vosotros: ésta será la última vez que cometa este tipo de falta. Que no me llame pesado mi esposa, que sin duda me es tan fiel como tímida y poco emprendedora. Esto también sufrirás, Nasón, pues cosas peores has soportado: ya no puedes percibir ningún peso. El toro separado de la manada rehúsa el arado y sustrae su cuello novel al duro yugo: yo, a quien el hado se acostumbró a tratar con crueldad, desde hace tiempo estoy hecho a todo tipo de desgracias. Vine hasta los confines de los getas: ¡muera en ellos y que mi Parca termine como comenzó! Agrada abrigar alguna esperanza, que, si es siempre vana, no sirve de nada, y, si deseas que algo suceda, piensa que va a suceder. El paso siguiente a éste es desconfiar por completo de la salvación y saber una vez con toda certeza que se ha muerto.
Vemos que se hacen más grandes al curarlas ciertas heridas, que hubiera sido mejor no haber tocado. Muere más dulcemente aquel que es hundido por una repentina ola que quien agita sus brazos en aguas encrespadas. ¿Por qué imaginé que podría verme libre de los confines escíticos y gozar de una tierra más favorable? ¿Por qué alguna vez esperé algo más suave para mí? ¿Así es como conocía yo mi propia fortuna? He aquí que sufro más cruelmente y el recuerdo del aspecto de estos lugares renueva mi triste destierro y lo hace reciente.
Sin embargo, es más interesante que haya faltado el celo de mis amigos que el hecho de que las preces que han presentado no valieran para nada. Es un asunto ciertamente importante, al que no os atrevéis, amigos, pero, si alguien lo pidiera, habría quien quisiera darlo. Con tal de que la cólera del César no me niegue esto, moriré animosamente en las aguas del Ponto Euxino.