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AL AMIGO QUE NO LE ESCRIBE

Elegía escrita unos meses después que la anterior, una vez pasado ya el segundo invierno en el exilio (vv. 1-2). Su destinatario es desconocido y muy difícil de determinar ante la falta de datos que nos permitan hacerlo. El poeta se queja cariñosamente ante este amigo de que no le haya escrito aún ninguna vez y quiere pensar que la causa de que no le hayan llegado sus cartas no reside en el hecho de que este amigo lo haya olvidado. Una vez más, Ovidio hace un amplio uso en este poema de motivos mitológicos.

Dos veces llegó hasta mí el sol tras los fríos del gélido invierno, dos veces, tras tocar Piscis, acabó su viaje[646]. En tan largo tiempo, ¿por qué tu mano no ha sido cortés aunque fuera para escribirme unas pocas líneas? ¿Por qué tu amistad ha desaparecido, mientras que me escribían otros con quienes había tenido poco trato? ¿Por qué, cuantas veces quité a una carta sus hilos sellados, esperé que ésta tuviera tu nombre? ¡Quieran los dioses que muchas cartas hayan sido escritas por tu diestra, pero que de esas muchas ninguna haya llegado a mis manos! Lo que pido es claro que es así: antes creería que el rostro de la Górgona Medusa estaba coronado por una cabellera de serpiente [647]; que hay perros bajo el vientre de la doncella [648]; que existe la Quimera, que, vomitando llamas, separa una leona de una horrible serpiente[649]; en cuadrúpedos unidos por el pecho con un pecho de hombre[650]; en el hombre de tres cuerpos[651]; en el perro de tres cabezas[652]; en la Esfinge[653]; en las Harpías [654]; en los Gigantes [655] con pies de serpiente; en Gíes de cien brazos [656] y en el hombre mitad toro [657]. Yo creería en todo esto, queridísimo amigo, antes que pensar que tú, cambiado, hayas dejado de pensar en mí. Entre tú y yo se extienden innumerables montes, caminos, ríos, llanuras y no pocos mares. Por mil causas, las cartas que con frecuencia has podido enviarme, rara vez pueden llegar a mis manos. No obstante, vence esas mil causas, escribiéndome con frecuencia, para que no tenga que estar siempre excusándote, amigo mío.