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EL NOMBRE DE TOMOS

Ovidio, al igual que otros autores antiguos, vincula el nombre de la ciudad de Tomos con la leyenda de los Argonautas. Concretamente, Ovidio, al referir el nombre de Tomos a esta leyenda, anticipa su fundación y existencia en medio milenio, ya que la vuelta de los Argonautas refleja en realidad las migraciones del segundo milenio desde Oriente hacia la península balcánica, con lo que parece que pretende ennoblecerla vinculando su fundación o, al menos, su designación a la primera saga griega, la de los Argonautas[540].

Así pues, también hay aquí (¿quién lo podría creer?) ciudades griegas en medio de nombres de una inhumana barbarie; hasta aquí también llegaron colonos enviados desde Mileto y levantaron entre los getas casas griegas[541]. Pero consta que su viejo nombre, más antiguo aún que la propia fundación de la ciudad, lo tomó este lugar de la muerte de Absirto[542].

Pues sobre la nave que, construida por la diligencia de la belicosa Minerva, recorrió la primera unas aguas que no habían sido surcadas[543], cuentan que la impía Medea, huyendo de su padre abandonado[544], acercó sus remos a estas costas. Cuando el vigía lo vio a lo lejos desde lo alto del collado, dijo: «Un extranjero viene de Cólquide; reconozco las velas». Mientras tiemblan los minias[545], mientras se suelta la maroma del muelle y el ancla sacada sigue las rápidas manos, la colquidiana[546], consciente de lo que merecía, se golpeó el pecho con la mano que se había atrevido y que se iba a atrever aún a tantos crímenes; y, aunque le queda una enorme audacia en su alma, se reflejó la palidez en el rostro de la atónita doncella.

Por ello, en cuanto divisó velas que se acercaban, dijo: «Estoy cogida y mi padre ha de ser detenido con algún engaño». Mientras busca qué hacer y vuelve el rostro en todas direcciones, dirigió por azar su mirada hacia su hermano. Tan pronto como advirtió su presencia, dijo: «Vencimos; éste será con su muerte causa de mi salvación». Al instante perfora con la rígida espada el inocente costado del hermano, que ni conocía ni temía una cosa así, y arranca y esparce por los campos los miembros arrancados, que habrían de encontrarse por todos lados (y para que no lo ignore su padre, coloca en lo alto de un peñasco las lívidas manos y la sangrante cabeza), de manera que el padre se retrasase con esta nueva desgracia y, mientras recogía los miembros sin vida, demorara su funesto camino.

Por ello, este lugar se llamó Tomos, porque, según se dice, en él una hermana troceó los miembros de su hermano[547]