XL

11:05 am.

Stephanie se sirvió una taza de café caliente y ofreció más a Geoffrey, pero éste lo rechazó.

—Sólo se nos permite una taza al día —declaró el joven.

Ella se sentó a la mesa de la cocina.

—¿Está vuestra vida entera gobernada por la regla?

—Es nuestro estilo de vida.

—Creía que el secreto era importante para la hermandad también. ¿Por qué hablas de ello tan abiertamente?

—Mi maestre, que ahora reside con el Señor, me dijo que fuera sincero con usted.

Ella estaba perpleja.

—¿Cómo es que tu maestre me conocía?

—Seguía muy de cerca la investigación de su marido. Eso fue mucho antes de llegar yo a la abadía, pero el maestre me habló de ello. Él y su marido de usted hablaron en varias ocasiones. El maestre era el confesor de su marido.

Aquella información la sorprendió.

—¿Lars estableció contacto con los templarios?

—Realmente fueron los templarios los que lo establecieron con él. El maestre abordó a su marido, pero si su marido sabía que él formaba parte de la orden, nunca lo reveló. Quizás creyó que decirlo podía implicar el final del contacto. Pero probablemente lo sabía.

—El maestre debió de ser un hombre muy interesante.

La cara del joven se iluminó.

—Era un hombre sabio que trataba de hacer lo mejor para la orden.

Ella recordó su defensa de Mark de horas antes.

—¿Ayudó mi hijo en ese empeño?

—Por ello fue elegido senescal.

—¿Y el hecho de que fuera hijo de Lars Nelle no tuvo nada que ver con esa elección?

—Sobre eso, madame, no puedo decir nada. Me enteré de quién era el senescal sólo hace unas horas. Aquí, en esta casa. De modo que no lo sé.

—¿No sabes nada de los demás?

—Muy poco, y a algunos de nosotros eso les cuesta. Otros lo revelan en la intimidad. Pero nos pasamos la vida juntos, próximos como en una prisión. Demasiada familiaridad podría convertirse en un problema. De modo que la regla nos prohíbe cualquier clase de intimidad con nuestros compañeros. Vivimos apartados, nuestro silencio reforzado a través del servicio de Dios.

—Parece difícil.

—Es la vida que elegimos. Esta aventura…, sin embargo. —Hizo un gesto negativo con la cabeza—. Mi maestre me dijo que descubriría muchas cosas nuevas. Tenía razón.

Ella sorbió un poco más de café.

—¿El maestre estaba seguro de que tú y yo nos encontraríamos?

—Envió el diario esperando que usted vendría. También envió una carta a Ernest Scoville, donde se incluían páginas del diario que estaban relacionadas con usted. Esperaba que eso los haría venir a los dos. Sabía que Scoville en una ocasión cuidó de usted… Se enteró de eso por su marido. Pero comprendía que sus recursos, madame, eran grandes. De manera que quería que ustedes dos, junto con el senescal y yo mismo, encontráramos el Gran Legado.

Ella recordó ese término y su explicación de antes.

—¿Cree realmente vuestra orden que hay más cosas en la historia de Cristo… cosas que el mundo ignora?

—No he conseguido, hasta el momento, un nivel de preparación suficiente para responder a su pregunta. Se requieren muchas décadas de servicio antes de ser puesto al corriente de lo que la orden sabe realmente. Pero la muerte, al menos para mí y por lo que me han enseñado hasta ahora, parece tener un evidente carácter definitivo. Muchos miles de hermanos murieron en los campos de batalla de Tierra Santa. Ninguno de ellos jamás se levantó y anduvo.

—La Iglesia católica llamaría a eso que acabas de decir herejía.

—La Iglesia es una institución creada por hombres y gobernada por hombres. Cualquier otra cosa creada por esta institución es también la creación del hombre.

Ella decidió tentar al destino.

—¿Qué debo hacer, Geoffrey?

—Ayudar a su hijo.

—¿Cómo?

—Él debe completar lo que su padre comenzó. No se le puede permitir a Raymond de Roquefort que encuentre el Gran Legado. El maestre se mostró categórico en este sentido. Por eso hizo planes con antelación. Por eso fui preparado.

—Mark me detesta.

—Él la quiere.

—¿Y cómo sabes eso?

—El maestre me lo dijo.

—Él no tenía forma de saberlo.

—Él lo sabía todo.

Geoffrey buscó en el bolsillo de su pantalón y sacó un sobre sellado.

—Me dijo que le diera esto a usted cuando lo considerara apropiado. —Le tendió el arrugado paquete, y luego se puso de pie, separándose de la mesa—. El senescal y el señor Malone han ido a la iglesia. La dejaré sola.

Ella apreció el gesto. Era imposible saber qué emociones despertaría el mensaje, de manera que aguardó hasta que Geoffrey se hubo retirado al estudio, y entonces abrió el sobre.

Señora Nelle, usted y yo somos extraños, aunque pienso que sé muchas cosas de usted, todo por Lars, el cual me contó lo que le trastornaba su propia alma. Su hijo era diferente. Mantenía su tormento dentro, compartiendo muy poco. En unas pocas ocasiones conseguí enterarme de algo, pero sus emociones no eran tan transparentes como las de su padre. Quizás heredó ese rasgo de usted, ¿no? Y no tengo intención de ser irrespetuoso. Lo que seguramente está ocurriendo en este momento es serio. Raymond de Roquefort es un hombre peligroso. Se ve empujado por una ceguera que, a través de los siglos, ha afectado a muchos de nuestra orden. Es un hombre con un solo objetivo que nubla su visión. Su hijo luchó por el liderato y perdió. Desgraciadamente, Mark no posee la resolución necesaria para finalizar sus batallas. Iniciarlas parece fácil, continuarlas más fácil aún, pero resolverlas se ha demostrado difícil Sus batallas con usted. Sus batallas con De Roquefort. Sus batallas con su conciencia. Todo le pone a prueba. Yo pensé que la reunión de ustedes dos podía resultar decisiva para ambos. De nuevo, no la conozco a usted, pero creo que la comprendo. Su marido ha muerto y muchas cosas quedaron sin resolver. Quizás esta búsqueda responda finalmente a todas sus preguntas. Le ofrezco este consejo. Confíe en su hijo, olvide el pasado, piense solamente en el futuro. Habrá recorrido buena parte del camino para conseguir la paz. Mi orden es única en toda la Cristiandad. Nuestras creencias son diferentes, y eso se debe a lo que los hermanos originales aprendieron y transmitieron. ¿Nos hace eso menos cristianos? ¿O más cristianos? Ninguna de las dos cosas, en mi opinión. Hallar el Gran Legado responderá a muchas preguntas. Pero me temo que suscitará muchas más. Corresponderá a usted y a su hijo decidir qué es lo mejor si ese momento crítico llega, y confío en que lo hará, porque tengo fe en ustedes dos. Una resurrección ha tenido lugar. Ha sido ofrecida una segunda oportunidad. Los muertos han resucitado y ahora caminan entre vosotros. Haga un buen uso de este prodigio, pero una advertencia: libere su mente de los prejuicios en los que ella se ha ido instalando confortablemente. Ábrase a una concepción más vasta, y razone utilizando procedimientos más seguros. Porque solamente entonces triunfará. Que el Señor esté con usted.

Una lágrima bajaba por su mejilla. Una extraña sensación, llorar. Algo que no podía recordar desde su infancia. Había sido muy bien educada, y poseía la experiencia que ofrecían décadas de trabajar en los niveles superiores del campo de la inteligencia. Su carrera había transcurrido manejando una situación difícil tras otra. Había tomado decisiones de vida o muerte en muchas ocasiones.

Pero nada de eso se aplicaba aquí. De alguna manera había abandonado el mundo del bien y del mal, de lo correcto y lo erróneo, lo blanco y lo negro, y entrado en un reino donde sus pensamientos más íntimos eran no sólo conocidos, sino realmente comprendidos. Este maestre, un hombre con el que nunca había hablado una palabra, parecía justamente comprender su dolor.

Pero tenía razón.

El retorno de Mark era una resurrección. Un glorioso milagro con infinitas posibilidades.

—¿La han entristecido las palabras?

Stephanie levantó la mirada. Geoffrey se encontraba de pie en el umbral. Ella se enjugó las lágrimas.

—En cierto sentido. Pero, en otro, producen felicidad.

—El maestre era así. Conocía tanto la alegría como el dolor. Pero hubo mucho dolor, sin embargo, en sus últimos días.

—¿Cómo murió?

—El cáncer se lo llevó hace dos noches.

—¿Lo echas de menos?

—Fui criado solo, sin el beneficio de una familia. Monjes y monjas me enseñaron las cosas de la vida. Fueron buenos conmigo, pero ninguno de ellos me quería. De modo que es difícil crecer sin el amor de un padre.

Esa confesión penetró profundamente en el corazón de Stephanie.

—El maestre mostró gran bondad conmigo, quizás incluso amor, pero sobre todo puso su confianza en mí.

—Entonces no le decepciones.

—No lo haré.

Ella hizo un gesto con el papel.

—¿Es para que me lo guarde?

Él asintió.

—Yo he sido sólo el mensajero.

Ella recobró el dominio de sí mima.

—¿Por qué se fueron Mark y Cotton a la iglesia?

—Yo presentí que el senescal quería hablar con el señor Malone.

Ella se levantó de la silla.

—Quizás nosotros también deberíamos…

Un golpecito sonó en la puerta principal. Stephanie se puso tensa y su mirada se dirigió rápidamente al pomo sin cerrar. Cotton y Mark simplemente habrían entrado. Stephanie vio que Geoffrey también se ponía alerta y un arma aparecía en su mano. Ella se acercó a la puerta y atisbo a través de la mirilla.

Una cara familiar le devolvió la mirada.

Royce Claridon.