DÁLET

Infancia y vida oculta.

Qué promesas no esconderán estas palabras del evangelista Mateo. Qué promesas no esconderán estas palabras del evangelista Lucas. Pero también qué terrores, qué tinieblas, qué tristezas.

Por qué ese rótulo tan extravagante.

He aquí la función del genealogista. Los nombres de donde venimos; los lugares hacia los que vamos. De Abraham a David, catorce generaciones; de David a la cautividad de Babilonia, catorce generaciones; de la cautividad de Babilonia a Jesús, catorce generaciones.

Oscuros dígitos, primera tentación de los rituales, del orgullo secreto de los números. Ya, tan pronto, Mateo venerando formas de la superstición, cábalas feroces, enigmáticas correspondencias entre la carne, la Historia, el orbe.

¿Cómo se llamaba tu abuelo, niño?

—Jacob —dirá un día futuro para sorpresa de María, avanzando una mano, la derecha, la izquierda, no importa cuál, hacia el sol esplendente de la barba anciana—. Jacob, abuelo Jacob.

¿Supiste quién fue Isabel, madre?

—No salí de mi casa mientras estuve embarazada. El amor de José fue entonces mi patria. El amor de José.

Del Bautista, Lucas, nada supieron estas gentes en sus primeros días de regocijo, en sus primeras noches de aflicción.

Infancia y vida oculta. Qué feroces palabras, evangelistas. Qué feroces palabras.

* * *

Nombrar el mundo. Hacerlo con ternura. Ayudar a que un niño descubra los objetos, sus aristas, la plétora de lo vivo.

¿Cómo se amaban las familias hace dos mil años? ¿Hay documentos que nos hablen de ese amor, el que se comparte durante la comida, en el descubrimiento del entorno, con los primeros ritos, en la comunión con los animales? ¿Cómo ama un carpintero a sus hijos? ¿Y una madre primeriza, joven, bella sin duda por lo que tres viajeros llegados de Libia insinuaron con su deseo? ¿Por qué nadie menciona los juguetes de Jesús?

Hay que hacerlo. Tenemos que regalarle una infancia a este niño. Cómo, si no, alguien podrá un día creer en él. De qué hablan esos amanuenses, qué palabras vacías pronuncian, si ninguno mencionó jamás cómo le dolían los dientes, de qué color eran sus deposiciones, quién le hizo su primer rasguño.

Infancia y vida oculta. ¿Por qué, embaucadores?