Prólogo
La historia hasta aquí
Las cosas han cambiado.
Ahora los muchachos del torreón Margalar tienen la magia de su parte y eso puede marcar la diferencia entre sobrevivir y perecer. Gracias a los libros que han encontrado en la torre Serpentaria, Natalia y Bruno comienzan a aprender hechizos y sortilegios que les ayudaran a enfrentarse a Rocavarancolia. Para su sorpresa, ellos son los únicos capacitados para la magia de todo el grupo, los demás ni siquiera son capaces de lanzar el hechizo más sencillo. De hecho, es el italiano quien tiene que encargarse de curar las heridas que a punto han estado de matar a Adrián y Natalia. Pero hay heridas que ni siquiera la magia puede sanar. A todos les cuesta asimilar la muerte de Alexander, sobre todo, por supuesto, a su hermana, que vaga por el torreón como un alma en pena. Y aunque Bruno ha conseguido salvar a Adrián, éste en poco se parece ya al muchacho extrovertido que llegó a Rocavarancolia. Se ha vuelto huraño y está obsesionado con el joven que, sin mediar provocación, le hirió en aquella escalera. Lo que Adrián no sabe es que éste, un muchacho brasileño llamado Darío, no tuvo la menor intención de hacerle daño, fue la espada encantada que empuñaba la que, por su propia cuenta, intentó acabar con él.
Los días pasan y finalmente los jóvenes deciden que ha llegado el momento de enfrentarse a Rocavarancolia y sus misterios. Lo ignoran casi todo de la ciudad donde han ido a parar. ¿Por qué los necesitan? ¿Qué es lo que les hace tan especiales para el reino? Y, sobre todo, la pregunta que más les inquieta: ¿Qué va a suceder cuando salga la Luna Roja? Exploran la ciudad durante semanas a la búsqueda de respuestas que no terminan de encontrar.
Varios miembros del Consejo Real siguen incumpliendo la ley de no interferir en la cosecha, y hacen lo posible para ayudarlos. Lo que desconocen es que hay una segunda conspiración en marcha en Rocavarancolia, una conspiración muchísimo más peligrosa. Hurza Comeojos, uno de los fundadores del reino, ha vuelto a la vida en el cuerpo del asesinado Belisario. Quiere recuperar su grimorio, el libro de hechizos en el que guardó buena parte de su poder antes de que lo mataran. Y quiere traer también de regreso a la vida a su hermano Harex, uno de los magos más poderosos que han existido jamás. Poco a poco se va infiltrando en el Consejo Real, captado adeptos para su causa. A dama Serena le promete la muerte, a Solberino la destrucción del reino, a Ujthan una guerra…
Tras la muerte de otros dos miembros del Consejo, asesinados ambos por Hurza, Denéstor Tul da un ultimátum a Mistral, que sigue infiltrado en el grupo del torreón Margalar: tiene que abandonarlos y debe hacerlo cuanto antes. Como despedida, el cambiante los lleva a un magnífico palacete que él cree lugar seguro. Allí el grupo, por primera vez en mucho tiempo, se relaja. Y es entonces cuando sobreviene la tragedia: Lizbeth se pone al cuello una gargantilla encantada que la convierte en un monstruo y, enloquecida, ataca a Rachel. Héctor logra reducir a la criatura en la que se ha convertido su amiga, pero ya es demasiado tarde: Rachel está muerta.
Es el propio Héctor quien lleva el cadáver al cementerio de Rocavarancolia. Allí, por fin, se desvela su destino. Allí comprende qué les aguarda cuando salga la Luna Roja: se van a convertir en monstruos. Van a transformarse en las mismas criaturas que habitan esa ciudad maldita.
La revelación de lo que está por llegar hunde el ánimo de la cosecha. No ven salvación posible, pero aún así, deciden no rendirse. Bruno está convencido de que debe existir un modo de eludir ese destino y promete encontrarlo. A medida que la Luna Roja se acerca, notan cómo ésta comienza a afectarles. Son más fuertes y rápidos, y los capaces de hacer magia sienten cómo su poder aumenta de forma considerable. Adrián también parece estar cada vez más descontrolado. Su obsesión por Darío sigue creciendo y, a la par, le surge una nueva: quiere despertar al dragón que se encuentra petrificado en una de las plazas de Rocavarancolia. Es justo en esa misma plaza donde los muchachos se enfrentan a uno de los antiguos miembros del Consejo Real: Roallen, un trasgo desterrado de Rocavarancolia tras devorar a la anterior cosecha que ha regresado del desierto para intentar saciar su hambre. El trasgo asesina a Ricardo y a punto está de acabar con el resto, pero la intervención de Denéstor Tul pone punto y final al conflicto, aunque no antes de que Roallen hiera a Héctor gravemente.
Todo augura que el muchacho no va a sobrevivir. Sus amigos hacen lo imposible para evitar su muerte, pero la magia que podría salvarlo está fuera de su alcance. Sumido en un profundo sueño lo trasladan al torreón.
Mientras Héctor lucha por su vida, la muerte vuelve a ensañarse con el Consejo Real. Esta vez es Denéstor Tul, el demiurgo de Rocavarancolia, quien cae víctima de Hurza y sus conspiradores. Pero para sorpresa del demiurgo, la muerte no es el final. Dama Sueño, la anciana hechicera que vaticinó el fin del reino, ha capturado su alma. No sólo la suya, dentro de los sueños guarda las almas de muchos de los que han muerto en Rocavarancolia en los últimos treinta años. La propia hechicera es la que salva a Héctor. Lo visita en sueños y en ellos le da a beber un elixir que restablece su salud. También le muestra una batalla que tuvo lugar doscientos años antes. Y un bosque que contiene el alma de un mundo.
Cuando Héctor despierta, la Luna Roja ya está en el cielo y Rocavarancolia ha enloquecido. Y, de nuevo, todo es diferente. Todos lo sienten. Hasta el último habitante del reino se da cuenta de que la ciudad entera está cambiando.
Bruno ha dejado atrás su frialdad e intenta lidiar con una vorágine de nuevos sentimientos que lo desequilibran y aturden. Maddie, a medio transformar en loba, decide abandonar el torreón y llevarse con ella a Lizbeth. Marina cae sumida en un profundo desmayo que casi parece más muerte que inconsciencia. Natalia domina ya por completo a las onyces, las criaturas sombrías que durante mucho tiempo sólo ella fue capaz de ver. Adrián, el muchacho que vivió aterrado por el fuego, ahora es capaz de controlarlo y está convencido de que, con la Luna Roja en el cielo, sí será capaz de despertar al dragón de la plaza. Darío, el muchacho solitario, comienza a transformarse en trasgo, en la misma criatura horrible a la que él también se enfrentó en la plaza el día en que murió Ricardo.
Rocavarancolia se estremece bajo la Luna Roja.
Hurza espera, Hurza aguarda. Necesita a Héctor, el muchacho con más potencial de la cosecha, para resucitar en su cuerpo a su hermano Harex del mismo modo en que él resucitó en Belisario. Y también necesita a un vampiro para recuperar el poder que almacenó en su Grimorio. Alguien hechizó su libro de tal modo que sólo un ser de esa especie puede tocarlo sin ser destruido. Pronto habrá un nuevo vampiro en Rocavarancolia. La Luna Roja también se está encargando de ello. Hurza teje sus planes en la oscuridad, conspirando con sus nuevos aliados. Proporciona a dama Serena un hechizo de dominio, un sortilegio de gran poder que deberá usar cuando llegue el momento.
Esmael también nota que el curso de los acontecimientos está llegando a un punto crucial. Ha averiguado que Mistral ayudó a la cosecha a sobrevivir y que Denéstor Tul y probablemente dama Desgarro, estaban implicados en la conspiración. Con esa información lograría hacerse con el poder en Rocavarancolia, pero, por una vez, está indeciso. De descubrirlos, la cosecha sería ejecutada y eso traería aparejado el final del reino que él quiere gobernar.
Mistral, el cambiante, enloquecido y perdido, reza a todos los dioses habidos y por haber para conseguir recordar el nombre que una vez tuvo en la Tierra y que, desde hace tiempo, ha olvidado. En sueños se le presenta una antigua amiga y le ofrece ese nombre. Pero a cambio le pide que haga una promesa: la próxima vez que lo visite en sueños, le pedirá algo y él deberá hacerlo sin preguntas, sin dudas, sea lo que sea.
Y Héctor, por supuesto, también está cambiando.
Una nueva mano sustituye a la que perdió en su enfrentamiento con Roallen, una mano negra y poderosa, una mano de ángel negro. Su espalda se desgarra y dos alas rojas emergen de ella. La locura de la noche alcanza su clímax. El mundo entero aguarda. Todo está a punto de consumarse. Esta es la noche en la que, de verdad, comienza a escribirse el fin de la historia. El joven da un paso al frente y se dispone a volar por primera vez. Extiende sus nuevas alas. A lo lejos brama la tormenta, a lo lejos se escucha el rugido de un dragón que despierta de su largo letargo. La Luna Roja vigila.
Y Héctor salta.