B
eq’qdahl pasó por su lado con estrépito; se movía rápido y bien.
‹La confluencia empezará pronto›, dijo.
‹¿Qué?› Quath levantó la vista, distraída por un robot que colocaba la manga de la pierna dañada.
‹La confluencia para Nimfur’thon, ojo rasgado›.
Beq’qdahl movió las piernas traseras con elegancia y facilidad, y los colores del tórax y los ojos brillaron con un humor sardónico. Los pelos que rodeaban sus ojos se extendieron en ondas hacia el exterior para expresar camaradería de tejedora. Agregó:
‹No lo has olvidado, supongo›.
Quath ardió de vergüenza. Siempre que pensaba en Nimfur’thon, la pesadilla borraba cualquier otro recuerdo.
‹Claro que no. Algunas sentimos el duelo en privado›.
‹Un punto a tu favor. Hasta luego, entonces›.
Quath decidió disimular su confusión con palabras sarcásticas:
‹Sin embargo, tampoco he visto mucho duelo público›.
Beq’qdahl comprendió lo que le insinuaba su compañera.
‹¿Quieres decir que todas debiéramos hacer lo que tú no haces?› Le mostró la cavidad anal para demostrar que lo que decía tenía doble sentido.
‹A1 menos yo no he tratado de que me transfieran al tejido orbital›.
‹Claro que no. Muy prudente de tu parte. No tienes experiencia›.
‹Tus ojos se están llenando de baba›, espetó Quath con rabia. ‹Lo que pasa es que no ves mi pierna herida. Tengo cuatro podios, como tú›.
‹Y los has llevado durante más tiempo que yo. Estoy segura de que tendrás otro muy pronto›.
‹El pensamiento salta a los lóbulos, sí›.
‹Muy bien›. Beq’qdahl se colocó en el suelo con las rodillas dobladas, raak, raak. ‹¿Te parece que trepo demasiado?›.
‹Cuando llegaste aquí eras cuadrada. Yo cubrí menos área que tú, es cierto, pero tenía cuatro piernas. Todavía las tengo. Todas aspiramos al tejido en órbita, por supuesto, pero tu actitud arrogante…›.
‹Eres una simple larva. Mi ambición es reemplazar a la Tukar’ramin›.
Quath se alisó los pelos de los ojillos y envió una papilla roja para demostrar que casi no podía controlar la rabia.
‹Increíble›.
‹No tanto. No estoy apegada al suelo, como tú›.
Quath se enfureció. Su miedo a las alturas y al vuelo era una mancha en su carne.
‹Tú tienes fiebre de sueños. Lo siguiente que me dirás es que pretendes convertirte en una Iluminada›.
Beq’qdahl se sorprendió.
‹¡Estúpida! Ándate con cuidado. Las Iluminadas nos trascienden completamente. Alguien puede oírte›.
‹Proceden de seres como nosotras›, dijo Quath.
‹Pero están aumentadas hasta quedar fuera de nuestro alcance›.
‹Nada está a salvo de la duda›.
‹Es cierto, pero es inteligente fingir que crees lo contrario›.
‹Quiero la verdad, sea cual sea. No pienso fingir›. Escupió Quath como respuesta.
Una pausa.
‹¿Te molesta algo? Hablas con coraje, pero tus cilias y el espectro de tu tórax indican otra cosa›.
La inquietud recorrió el cuerpo de Quath. ¿Acaso Beq’qdahl podía leer lo que ella sentía realmente? ¿Conocía sus dudas? Si las dudas se hacían públicas, el futuro de Quath quedaría arruinado para siempre.
Empezó a componer una frase inteligente para defenderse y después cambió de idea.
‹Mis pensamientos son privados›.
‹Muy bien. Espero que tu precioso ser permanezca bien dominado, incluso cuando me asciendan antes que a ti›. Beq’qdahl compuso una sinfonía burlona con sus osículos y excretó bilis por sus orificios. El túnel se inundó de un humo acre. ‹Si somos rivales, no finjamos lo contrario›. Y se fue mientras cerraba frente a Quath una de sus puertas traseras para excrementos.
Quath empujó a un robot de servicio parecido a una rata, que estaba lustrando el nuevo podio de manipulación. Beq’qdahl era ambiciosa, no cabía la menor duda. Por un momento, Quath había querido descargar sus inseguridades en ella. Eso habría sido un error. Nadie podía ayudarla. Sin embargo, si pudiera encontrar un gesto, una palabra…
Caminó apoyando las piernas con fuerza por el túnel para probar el podio nuevo, clinc, clanc, y notó una referencia en la pared de cerámica. Algo la llamaba, algo que venía de su brillante ansiedad interior. Buscó Información General, dio índices, y consiguió el siguiente texto:
LA SÍNTESIS: (1) COMPRENSIÓN DE QUE EXISTE UNA CONTINUIDAD ENTRE LA MATERIA INERTE A TRAVÉS DEL GRAN DISEÑO DEL UNIVERSO PRIMIGENIO Y LA VIDA INTELIGENTE DE NUESTROS DÍAS. ACEPTADA AHORA POR TODAS, ESTA PERSPECTIVA CÓSMICA TAL VEZ PUEDA CONSIDERARSE LA CULMINACIÓN DE LAS RELIGIONES ANTIGUAS, AUNQUE POR SUPUESTO, ESTÁ ERIGIDA SOBRE UNA BASE FIRME DE CONOCIMIENTO CIENT…
Continuidad, Eso significa que las cosas seguían adelante. En esa forma de expresión tan pobre, en líneas austeras y objetivas, las frases adquirían cierto poder.
Una grieta muy pequeña, pero Quath se refugió allí.