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K

illeen volvió al laberinto de pasillos dentro del disco de la estación. Llamó por comunicador a otros dos escuadrones para que exploraran los Flitters. Se encontraron con él en el muelle para recibir instrucciones referentes a la forma de poner en marcha la nave. Tal vez la Familia tuviera que huir muy pronto. Killeen no tenía la menor idea de cómo atravesar el aro para aterrizar en Nueva Bishop. Tal vez la cuerda cósmica se marcharía. Tal vez se detendría. Lo único que Killeen sabía era que la Familia podía rezar para que tuviera la oportunidad de hacerlo.

Los marineros y otros miembros de la tripulación se apresuraban a su alrededor buscando los cables correctos, llamando constantemente por los comunicadores para pedir información de la memoria de los antiguos ordenadores delArgo. Trabajar con la tecnología mec siempre había sido peligroso, difícil de organizar.

Killeen vio que el primer escuadrón había roto la cabina que contenía el primer Flitter. Estaban revisando cajas. No había tiempo para examinar el contenido. Killeen ordenó que despejaran la zona por si necesitaban el Flitter. Se sentía particularmente incómodo al pensar que habían tomado la estación en un momento de mucha suerte. Se estaba llevando a cabo un experimento de magnas proporciones en Nueva Bishop y habían llamado muy poco la atención. Quienquiera que llevara la voz cantante en esa galaxia, estaba ocupado en otra cosa. Pero ¿durante cuánto tiempo?

Se dedicó a ayudar a un grupo a sacar la carga. Disfrutaba con el calor del trabajo físico, le gustaba usar las manos, y eso le despejaba la mente para pensar en algunas cuestiones importantes.

¿El curso programado del Argo había tenido en cuenta el encuentro con la cuerda cósmica? Recordaba que, años atrás, el Mantis había hablado con las inteligencias enterradas en el Argo, mentes mecánicas construidas y programadas por los humanos, mentes leales a la humanidad. ¿El Mantis había trazado el curso para el Argo sabiendo que llegarían cuando el aro dorado estuviera en Nueva Bishop?

La idea de una predicción tan concreta parecía fantástica, como descubrir la forma de las nubes sobre una montaña en particular cinco años antes de que se formaran, pero no era completamente imposible. Esa habilidad, si en efecto existía, formaba parte de las alturas inalcanzables de la inteligencia de los mecs. Killeen la aceptaba sin pensarlo dos veces; no había pasado un solo día de su vida en que no hubiera observado un claro dominio de la mente mec sobre la humana.

Dejó de plantearse preguntas sin respuesta. Los hechos siempre premiaban al que estaba preparado, y él pensaba actuar.

—Vamos —dijo a uno de los escuadrones recién llegados—. Esas naves, tratemos de entenderlas. —Los llevó hacia el Flitter que acababa de llegar. El escuadrón que estaba descargando tuvo que volver a fijar la nave en los cables de energía de la estación para abrir las puertas del depósito de carga.

—Capitán, póngame a cargo —pidió Jocelyn a su espalda—. Yo la pondré en marcha.

Había una mirada concentrada de perfecta disciplina en los ojos de la mujer. Era una oficial en quien Killeen podía confiar cuando se trataba de hacer un trabajo rápido y sin errores. Delgada y capaz, los años en el Argo no la habían ablandado. Sólo cuando se ponía a hablar con los demás se convertía en un problema.

—De acuerdo —aceptó Killeen—. Quiero tantos Flitters como se pueda en condiciones de ser tripulados.

—¿Suficientes como para transportar a toda la Familia? —preguntó ella.

—Sí. —Jocelyn ya había adivinado sus intenciones. Aquí estaban demasiado expuestos. La estación era un nexo para las naves en un esquema económico que él no alcanzaba a comprender, pero sabía que quien estuviera al mando, no toleraría durante mucho tiempo la presencia de seres humanos en un sitio tan clave. La victoria sobre los ayudantes mecs había resultado estimulante pero demasiado fácil. La inteligencia que gobernaba la estación estaba en otra parte.

Como para confirmarlo, apareció la voz de Shibo por el comunicador.

«Capto otra nave que viene hacia nosotros. Se mueve muy rápido. Y es mucho más grande».

—Es hora de tocar el trombón —dijo Killeen, que repetía una frase misteriosa que usaba su madre, muerta hacía tiempo. El último músico había desaparecido hacía un siglo en la Familia.

Jocelyn había oído el comunicador en un circuito superpuesto.

—¿Cree que es un grupo de ataque, capitán? —preguntó enseguida.

—Mmmmm —dijo Killeen. No le gustaba que la tripulación lo acosara, sobre todo si tenía razón.

—Podemos atacarlos aquí mismo, cuando lleguen al muelle —sugirió ella.

Él negó con la cabeza.

—Sean quienes sean, no son tan tontos. Incluso los mecs de defensa más sencillos, que apenas si son mejores que los peones, se darán cuenta de una cosa así.

—Podemos atraparlos a medida que vayan llegando al disco —insistió ella.

—Si van en esa dirección. ¿Qué pasará si atracan en las últimas torres?

—¿Allá? —Jocelyn frunció el ceño—. No hemos llegado allí todavía. Yo hubiera creído… Pero ¿qué sentido tiene poner un muelle tan lejos?

—Para atracar cuando hay problemas en el cuerpo principal, para eso —replicó Killeen, irritado. No le gustaba discutir sus tácticas con la tripulación, ni siquiera con los oficiales, porque eso le impedía aclarar la mente y limpiarla de ideas tontas. Necesitaba concentrarse, decidir cuáles eran los mayores riesgos en la batalla que se avecinaba. Una nave tan grande que venía en la misma trayectoria que el Flitter solamente podía significar una cosa.

—¿Ya habéis preparado esa primera nave? —preguntó.

—Ah… —Jocelyn se tocó la sien y habló con su escuadrón por un comunicador—. Sí, capitán. Los otros Flitters nos llevarán algo de tiempo todavía. Ya sabe…, revisar, volver a revisar, todo eso.

—¿Y el primero?

—Está listo.

—Bien. Saquémoslo de la estación.

Jocelyn parpadeó, sorprendida.

—¿Por qué?

Killeen la miró, sin alegría.

—Ahora.

—No me…

—Ahora mismo, oficial.

—¡Sí, señor!

Killeen caminó por el muelle al que estaba aferrado el Flitter justo cuando se cerraban las puertas. Quería tener una visión completa de la estación y esa era la forma más sencilla. Pasaría un tiempo antes de que llegara la nave grande, había comprobado eso con Shibo y tenía la cifra exacta: 1,68 horas.

Quería examinar lo que podía usar para maniobrar y cuáles eran las defensas de la estación. Las inmensas energías crujientes que trabajaban sobre la superficie del disco probablemente no molestarían a los humanos mientras estuvieran disparando contra el recién llegado, ya que no habían reaccionado contra elArgo. Pero no estaba seguro de nada.

Caminó zigzagueando a través de pasajes estrechos y pronto llegó a la habitación de control, un cilindro geométrico y preciso, rodeado de material electrónico.

Jocelyn flotaba cerca de un complicado aparato mec.

—Creo que lo tengo revisado, capitán —empezó a decir. Y luego algo se movió bruscamente. Killeen sintió que su red sensorial recibía señales muy ruidosas.

El Flitter se movió bajo sus pies.

—¿Qué…?

Los ojos de Jocelyn se ensancharon.

—No…, no sé. La nave se mueve pero yo no la puse en marcha.

Killeen saltó hacia el final de largo cilindro. Era transparente y mostraba un gran muelle de carga abajo, un muelle que se alejaba.

—Nos vamos.

Jocelyn gritó.

—Pero yo no…

—Lo sé. Es otra cosa.

El muelle se alejó y Killeen descubrió que navegaban por la tobera de entrada. El Flitter zumbaba y crujía bajo los pies de los dos, buscando una dirección.

Killeen abrió el comunicador general.

—¡Suelten los Flitters!

Respuestas débiles por el comunicador.

—¿Qué está pasando? —preguntó Jocelyn mientras pulsaba los comandos en el módulo de la muñeca. No sucedió nada.

—La nave que está llegando. Nos ha ganado por la mano.

—Tal vez podamos salir. —Jocelyn trató de abrir las puertas que daban al compartimento de carga. Fue en vano.

—No. Estamos atrapados —dijo Killeen. Su mente examinó las posibilidades lo más rápido que pudo. ¿Sabía la nave que había humanos en el interior de ese transporte?

Debía de haber una salida de emergencia, algo que se activara manualmente. El diseño del Flitter era extraño, no parecía seguir un esquema de simetría bilateral, aunque los rasgos exteriores y el casco sí lo tenían. Tendría que explorarlo con cuidado y ver qué recursos les quedaban.

Los que llegaban, fueran quienes fuesen, seguramente abrirían la nave para ver qué clase de bicho había en el interior. Le asaltó una rápida imagen de un ser grande y terrible arrastrándolo a él y a Jocelyn.

La oficial miraba el frente con la cara pálida, impresionada. Estaban lejos del muelle ahora y el Flitter giró bruscamente. Aceleró para alejarse de la estación, que se convirtió en una gloria plateada detrás de ellos.

Jocelyn apretó los dientes pero no expresó su nerviosismo. Era una buena oficial. Killeen sabía que ella se consideraba con derecho a ser la capitana. La tradición señalaba a las mujeres como líderes de las Familias, y Jocelyn había sido la mejor oficial de Fanny.

Pero su voz normalmente dura temblaba un poco cuando ella lo miró.

—¿Por qué quiere el Flitter?

—Ya lo veremos —dijo Killeen.