Escena IX

HARPAGÓN.— (A Mariana). No os ofendáis, encanto mío, si os recibo con anteojos. Sé que vuestros hechizos saltan harto a la vista, son lo bastante visibles por sí mismos y que no se necesitan anteojos para verlos; mas, en fin, con anteojos se observan los astros, y yo sostengo y garantizo que sois un astro, pero un astro que es el más bello del país de los astros.

(A Frosina). Frosina, no me contesta nada; no demuestra, al parecer, ninguna alegría al verme.

FROSINA.— Es que está sobrecogida de sorpresa, y, además, a las doncellas les sonroja siempre revelar en seguida lo que encierra su alma.

HARPAGÓN.— (A Frosina). Tienes razón.

(A Mariana). Aquí está, linda niña, mi hija, que viene a saludaros.