HARPAGÓN.— En cuanto a vos, hija mía, no perdáis de vista lo que se retire de la mesa y tened cuidado de que no haya ningún estropicio. Esto corresponde a las hijas. Mas, entretanto, preparaos a recibir bien a mi dueña, que debe venir a visitaros y a llevaros con ella a la feria. ¿Entendéis lo que os digo?
ELISA.— Sí, padre.