ELISA.— ¿Queréis chancearos, Valerio, hablándole así?
VALERIO.— Era para no enojarle y por lograr mejor éxito. Chocar de frente con su criterio sería el medio de echarlo todo a perder, y existen ciertos espíritus que sólo deben atacarse con rodeos; temperamentos enemigos de toda resistencia; caracteres reacios a los que encocora la verdad, que se rebelan siempre contra el camino recto de la razón y a los que sólo se puede llevar con rodeos a donde quiere uno conducirlos. Fingid que accedéis a lo que él quiere; conseguiréis mejor vuestro fin, y…
ELISA.— Pero ¿y ese casamiento, Valerio?
VALERIO.— Ya buscaremos medios para desbaratarlo.
ELISA.— Mas ¿qué inventaremos, si ha de efectuarse esta noche?
VALERIO.— Hay que solicitar un aplazamiento y fingir alguna enfermedad.
ELISA.— Pero descubrirán el engaño si llaman a los médicos.
VALERIO.— ¿Os chanceáis? ¿Es que los galenos saben algo? Vamos, vamos; con ellos podéis tener la dolencia que os plazca; encontrarán razones para deciros de qué proviene.