52. La visita

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La visita

Carolina estaba inclinada sobre el excusado, vomitando. Rayder le sujetaba el cabello para que no se fuera a manchar, sosteniéndola con dulzura por la cintura.

—¿Te traigo algo para las náuseas, nena?

—Ya se pasarán… dijo el doctor que dos semanas más y se pasarán. Una arcada hizo callar a la chica.

Rayder le acarició la espalda…

—Galletitas saladas, voy a pedirle a la señora Evelyn que me traiga unas… dijo y se puso a teclear en el celular.

—Ya, ya estoy mejor —exclamó Carolina incorporándose y tomando su cepillo de dientes para limpiarse.

—¿No serán gemelos, Anthony? No debe ser normal tantas nauseas…

Rayder sonrió satisfecho, hacia algunos meses que se habían casado y ahora lo que más deseaba se le había cumplido, ver a su chica embarazada… La abrazó con mucha ternura y le acarició la cintura.

—Es uno, ya lo vimos en el eco…

—Debe estar escondido por ahí el segundo… no puedo creer que un chicharito tan diminuto me haga vomitar tanto… anda, vamos que ya están los invitados.

—Te tengo un regalo de cumpleaños especial… —soltó de pronto Rayder—. Ven, que no puedo esperar a que lo veas.

Carolina salió de la mano de Rayder, afuera en la recámara se toparon con la señora Evelyn quien venía con un vaso grande con agua mineral con hielos y un paquete completo de galletas saladas. Estaba más que encantada de cuidarla. Caro tomó el vaso y se lo agradeció con una sonrisa.

Afuera estaban todos esperándolos, Grace, Tom con su novia, la familia de Rayder, sin olvidar al hermano doctor que quería irse de intercambio a la India. Habían acondicionado la terraza de la casa en los suburbios donde vivían, frente a un jardín impresionante rodeado de árboles y flores. Tenían una gran mesa servida y estaban preparando barbacoa y carne asada…

Rayder la tomó de la mano y le dijo con mucha calma:

—Hay alguien que quiero que veas, no la pude traer antes, estuvo en un tratamiento médico porque estaba un poco enferma, pero ya se recuperó y tiene muchísimas ganas de verte… viene con Jacob.

En ese momento Jacob estacionó el auto junto a los árboles, bajo la sombra de un inmenso roble cargado de ramas e historia. Descendió para abrirle la puerta a una mujer mayor, muy… muy delgadita vestida con un sari blanco tradicional. Carolina no podía creerlo, corrió a su encuentro, no necesitó mayores explicaciones. La chica la estrechó entre sus brazos con fuerza. Era Shanti, la viuda del ashram que le había ayudado a llegar a Delhi y la presentó en la embajada. Shanti, su amiga incondicional, quien la acogió bajo su protección y cuidado ante la pérdida de su madre.

Shanti empezó a llorar quedito, las lágrimas le resbalaban por las mejillas, le tomó el rostro con sus manos gastadas y delgadas. Parecía que había vivido cientos de años, se veía avejentada y cansada pero feliz de poder ver a la pequeña Carolina. Rayder llegó al lado de las dos mujeres.

—No puedo llevarte a la India Carolina, porque el riesgo es muy alto, la familia de Vainavi es muy numerosa… pero conseguimos dar con Shanti y pedirle que viajara para que se vieran… estará solo algunas semanas porque ella quiere regresar a la India, para… dedicarse a…

—Krisha… —completo la frase Carolina— las viudas se dedican a cantarle y a orar a Krisha.

Carolina empezó a hablar en Braj, el dialecto que de alguna manera la acercó a conocer a Rayder. Le explicó un poco de su vida y le dijo que estaba esperando un hijo, al tiempo que se tocaba la cintura. Caro no podía dejar de llorar. La tomó con ternura de las manos.

—¿Cómo la encontraste? —le preguntó a Rayder.

—No fue nada fácil… más porque muchas de las viudas se dedican a mendigar y no tienen un lugar fijo en donde quedarse… Shanti estaba muy enferma, tuvo que estar en tratamiento por unas semanas, pero ahora se está recuperando y ya tiene un buen lugar donde vivir y una pensión mensual… es lo menos que podía hacer por ella, tomando en cuenta que arriesgó su vida para salvar la tuya.

Carolina soltó a Shanti y se colgó del cuello de Rayder:

—¡Gracias! No pudiste darme un mejor regalo…

Después se llevó a Shanti de la mano para presentarla con todos, no podía soltarla, recordó la tranquilidad y la sonrisa con la que Shanti solía tratarla cuando solo era una niña… de no haber pedido que Shanti asistiera a su matrimonio, tal vez, solo tal vez, Vainavi no la hubiera golpeado de una manera tan salvaje y ella habría terminado casándose siendo tan solo una niña, una niña novia… Tal vez.

La tarde terminó con todos rodeando la mesa, Carolina al lado de Shanti, quien la abrazaba en cada ocasión que tenía para asegurarse de que realmente estaba ahí. Rayder al lado de su mujer y los amigos acompañándolos. Buenos tiempos estaban por venir.

FIN