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El encuentro
Carolina y Tom salieron de la entrevista con los dueños de la galería. Jacob llevó a Tom a su casa, antes de despedirse Tom abrazó a Carolina y le susurró al oído:
—Ya sabes que cuentas conmigo, cualquier cosa que necesites…
—Gracias… estaré bien.
—Cuídate mucho Carolina… que no te hagan llorar.
Caro le dio un beso en la mejilla ante la mirada atónita de Jacob.
—Gracias Tom…
Carolina se subió en la camioneta.
—Esa idea de Rayder de que estés presente cuando salgo con mis amigos, no es de mi agrado.
—Yo sólo cumplo órdenes —respondió Jacob intentando decirlo con la mayor seriedad posible.
—Sí, como cuando te llevaste mi moto… ¿Tu lealtad siempre estará con Rayder?
—Y con usted, señorita Kerry… ¿Quiere que regresemos a casa?
—Me gustaría darle la buena noticia a Rayder. ¿Me puedes llevar a la oficina?
—Por supuesto… —respondió sonriendo, tomó el celular y marcó con Joshua—: Vamos a la oficina…
—¿Siempre tienes que estar avisando a dónde vas?
—Sí, así es más seguro… nos estarán esperando y si por cualquier cosa nos retrasamos, estarán en alerta.
—Yo no podría hacer tu trabajo, Jacob… —expresó Carolina— soy muy mala para avisar lo que hago o lo que haré.
—Yo no podría pintar como usted pinta, señorita.
Carolina se rio con una risa fresca.
En poco tiempo llegaron a la oficina, Carolina esperó a que Jacob estacionara la camioneta y bajaron juntos.
Jacob le dio el paso a Carolina, deteniendo con su mano la puerta del elevador para que no fuera a cerrarse. Al entrar a la recepción escucharon la voz de una mujer reclamando. Era imposible no fijarse en ella. Con más de un metro ochenta centímetros, tacones impresionantes, vestido entallado, cintura perfecta, pechos operados, caderas redondas y muy visibles. Cabello rubio cabalmente moldeado.
—¡A mí no me haces esperar! ¡Me oíste! —gritaba alterada—. ¡No tienes idea de quién soy!
Jacob se quedó frío al verla, tomó del brazo a Carolina y la jaló con suavidad.
—Señorita Kerry, venga, la llevaré directo a la oficina… —le pidió.
La rubia se volvió a verlos, sonrió mostrando sus dientes perfectos. Jacob dejó de respirar por unos segundos.
—¡Jacob! Pensé que no estabas en la ciudad, tuve que venir en taxi desde el aeropuerto porque no te localicé… ¡Yo en taxi! ¿Te imaginas?
Jacob le sonrió nervioso, siguió caminando y empujando con delicadeza a Carolina, trataba de sacarla lo antes posible de la recepción.
—Jacob, necesito ver a Rayder y esa estúpida recepcionista no me deja pasar… —la rubia se volvió y encaró a la mujer de la recepción—. Voy hacer que te despidan por incompetente, tú no sabes quién soy yo.
Carolina se detuvo en seco, Jacob casi chocó contra su espalda.
—Señorita Kerry, acompáñeme —le pidió Jacob.
La rubia revisó de arriba abajo a Carolina, sólo bastó una mirada para entender quién era la chica que Jacob acompañaba.
—Jacob, cariño, ven aquí y ayúdame con mi problema —exigió—. Explícale a esta inútil quien soy yo.
—En un momento regreso, señorita…
—¿Es ella, verdad? —preguntó la rubia acercándose, pavoneándose sobre los tacones—. La flaca despeinada de la que me habló Margot.
Carolina se quedó de una pieza… la descripción sonaba bastante acertada, más viniendo de Margot.
—¿Y tú eres? —preguntó Carolina.
—Helga, Helga Larsson… y si vienes a ver a Rayder, tendrás que esperar turno, porqué yo llegué primero —dijo con una sonrisa fingida.
Carolina arqueó una ceja y se volvió a ver a Jacob, el agente estaba escribiendo frenético un mensaje en el celular.
—¿Tienes una cita con él? —preguntó Carolina extrañada.
—Yo no necesito cita para verlo… se nota que lo conoces muy poco. Y que te quede bien claro que tú eres solo un capricho temporal, porque no sé si sabes que yo llevo tres años saliendo con él.
—Señorita Larsson —Jacob cambió la estrategia, se llevaría a Helga de ahí—, venga conmigo, por favor.
—No, no te preocupes Jacob, yo me voy… si ustedes quieren aguantarla, adelante. Carolina se dirigió al elevador.
En eso Joshua entró corriendo a la recepción, vio a Helga, a Jacob nervioso y a Carolina incómoda pulsando el botón del elevador.
—Jacob, saca a la señorita Helga de aquí —ordenó imperturbable, se acercó a Carolina, le puso la mano en el hombro y le pidió con amabilidad— por favor, Carolina, venga conmigo.
—¡No! —le gritó Helga a Joshua—, a mí no me mandas sacar, estúpido empleaducho y, menos por una tipa como esta… ¿O qué? ¿Ya se te olvidó quién soy yo para tu jefe?
—No le voy a permitir que le falte al respeto a la señorita Kerry… —dijo Joshua, Carolina jamás lo había escuchado hablar en ese tono de voz, intimidaba.
Carolina levantó los brazos y se encogió de hombros.
—Me voy, no se preocupen… ya hablaré con Rayder después.
Rayder salió en ese momento. Había recibido el mensaje de texto de Jacob, donde le advertía que Helga y Caro estaban en la recepción.
—Carolina, espera nena. Rayder se acercó y la abrazó antes de que entrara al elevador. —¿Estás bien?
—¡Rayder! —dijo Helga.
—Helga, ahorita no puedo recibirte… si quieres le pido a alguien que te lleve a donde quieras.
—¿No me la vas a presentar? —preguntó con fingida dulzura.
Rayder dudó, no le gustaba nada el tono de voz que Helga había usado. Pero sería una buena oportunidad para dejar en claro quién era Carolina para él.
—Ella es Carolina, mi novia.
A Helga casi se le cae la quijada y se le botan los ojos con las pestañas postizas.
—¿Tu novia?
—Sí, con la que vivo.
—¿Con esta tipa te mudaste? —empezó a despotricar, pero Rayder no la dejó continuar.
—No te atrevas a faltarle al respeto, Helga, no te lo voy a permitir —dijo y tomando de la mano a Carolina la sacó de ahí y se la llevó a su oficina, Helga trató de seguirlos, de hecho se lanzó contra ellos, pero Jacob y Joshua le cerraron el paso… Joshua la sostuvo por la cintura mientras Helga se revolvía tratando de soltarse. Estaba estupefacta.
Rayder caminó jalando a Carolina, la llevó hasta su oficina, al tiempo que caminaba marcó en su celular —Joshua asegúrate de que se retire… —ordenó.
Una vez fuera del alcance de la mirada de Helga, Rayder le preguntó:
—¿Te dijo algo, Caro?
—No realmente, no te preocupes… ¿A qué vino?
—No tengo idea… a mí también me sorprendió… ¿Te molestó?
—No, pero no es divertido encontrarme con la ex de mi novio… ¿Saliste con ella por tres años?
—¿Qué tanto te dijo?
—Es realmente insufrible… ¿Cómo la aguantaste por tres años?
—Ahora entiendes la importancia de las reglas.
Carolina sonrió.
—Lo siento, no sabía que iba a venir y menos que podía toparse contigo —se excusó Rayder.
—Quería darte una buena noticia, dos en realidad, en persona.
La oficina de Rayder era inmensa, con una pequeña sala y un ventanal de piso a techo y de lado a lado, era una pared completa que daba a la ciudad.
—¿Cómo les fue en la galería?
—Excelente, quieren que exponga sola… ¡Sola! ¿Sabes lo que eso significa?
Rayder no supo que contestar, evidentemente no tenía ni idea a que se refería, por eso espero a que su chica se lo explicara.
—¡Es mi primera exposición sola! Entre los artistas exponer solo es algo muy bueno. Mis pinturas gustaron mucho… claro que será en una de sus galerías pequeñas, no la grande de la ciudad, pero no importa.
—¿Cuántos cuadros tienes que presentar?
—Quince como mínimo… y no tengo ni uno, pero es dentro de seis meses.
Rayder la abrazó y la felicitó.
—Estoy muy orgulloso de ti, nena. Te diría que te ayudo a pintar, pero honestamente eso no se me da… ¿Cuál es la segunda noticia que querías darme?
—Ya me dieron los resultados de la ginecóloga, no estoy embarazada —dijo entusiasmada Carolina. El semblante de Rayder cambió al instante, se puso muy serio.
—¿Es en serio?
—Sí… creí que te daría gusto.
Rayder guardó silencio por largo rato, después fue y se sirvió un vaso de whisky. Se recargó contra el escritorio de caoba.
—¿Y por qué no te ha bajado?
—La doctora dice que tal vez es por el estrés de lo que pasó… con Vainavi, pero que todo está bien…
—Me había hecho ilusiones… —dijo de pronto y tomó un largo trago de licor.
Carolina se le acercó, le quitó el vaso de la mano y lo puso sobre el escritorio y lo abrazó.
—No sabía que deseabas un hijo… —comentó Carolina.
—Ni yo…
—Más adelante podemos planearlo…
Rayder tomó nuevamente el vaso y se lo terminó de un trago. Se notaba reservado, absorto en algún pensamiento.
—Anthony… —dijo la chica con suavidad.
Rayder le acarició el brazo, Carolina llevaba un vestido corto sin mangas. Él le tomó el mentón y se acercó a darle un beso. Jugó con la lengua de Caro disfrutando de su sabor mezclado con el sabor a whisky. Rayder se alejó un poco y tomó un control que estaba sobre el inmenso escritorio, apuntó a la puerta y la cerró desde lejos. Dejó el control a un lado. Tomó por la cintura a la chica y la apretó contra su cuerpo. Metió la mano bajo la falda y le buscó la ropa interior, sin preguntarle nada se la bajó de un movimiento tosco hasta las rodillas.
—Rayder, estamos en tu oficina…
Rayder la tomó por la cintura y la subió al escritorio, terminó de quitarle la ropa interior, le sujetó los muslos y le abrió las piernas. Comenzó a besarla mientras con una mano se desabrochaba el pantalón. La penetró con fuerza, tomándola por las caderas y empujándola contra su pelvis. Arremetió una y otra vez hasta ver que Carolina comenzaba a respiraba agitadamente y cerraba los ojos disfrutando, cuando vio que estaba a punto de venirse, él se dejó ir, descargando con fuerza dentro de Carolina.