32
La llamada de Rayder
A la hora de la comida, cuando Carolina y Grace estaban sentadas frente al mar, en una de las terrazas cuando entró la primera llamada del día de Rayder. Caro miró la pantalla y vio el identificador. Se puso de pie y se alejó de la mesa.
—Rayder…
—Nena, ¿cómo estás?
—¿Llegaste?
—A Madrid, tengo una cita que quiero concretar ahorita, mañana salgo a Frankfurt… preferiría estar contigo. No vuelvo a viajar sin ti, al siguiente viaje te vienes conmigo.
—No tengo pasaporte.
—Eso lo arreglo en cuestión de horas. ¿Cómo has estado?
—Muy bien. Habló mi tía Edith, me invitó a pasar unos días con ella.
Silencio.
—¿Rayder?
—¿Y esperaste a que yo estuviera en otro continente para decírmelo?
—Claro que no, yo no sabía que mi tía me iba a invitar… se escuchaba triste, creo que se peleó con el tío Gustav.
—Invítala a la casa de la playa, estarán más a gusto ahí, si el tío Gustav está enojado.
—El tío no está, se fue unos días, parece que anda queriendo meterse al negocio de la construcción. La tía me invitó para irme el viernes, pero le dije que mejor el sábado, el domingo es su cumpleaños y le harán una comida. Son sólo unas cuatro horas en autobús. El domingo después de la comida me regreso a casa.
—A ver Carolina… yo sabía que debía traerte conmigo… Escúchame claramente, no viajarás en autobús a ningún lugar. Si quieres ir a visitarla por su cumpleaños, adelante, pero tu traslado lo organizo yo, ¿me entiendes? Si por algo aparece el tío Gustav te quiero fuera de esa casa, no es alguien a quien aprecie y detesto que te falte al respeto a ti o a tu tía. Tu tía no puede evitarlo, pero tú sí… ¿Siempre fue así de insoportable? —se notaba que Rayder estaba molesto.
Carolina se rio.
—Es terrible, yo lo sé, pero noté a mi tía muy triste y quiero ir a verla. Se cuidarme sola.
Silencio por demás incómodo.
—Carolina, me voy a regresar antes, no puedo estar así.
La chica se rio a carcajadas.
—¿Qué te parece tan gracioso? —preguntó enojado Rayder.
—Tienes que confiar en mí, llevo muchos años trasladándome en autobús y viajando sola.
—Ese es un pésimo argumento, lo único que consigues es que me estrese mucho más… Jacob te llevará a casa de tus tíos, pero sólo si tu tío Gustav no se queda en casa. Si está, te quedarás en un hotel. Y quiero tu celular prendido en todo momento, si yo no puedo localizarte, si lo apagas o si por algo no me contestas, en ese mismo momento mandaré a alguien por ti, donde quiera que te encuentres. ¿Queda claro?
—¿Es una broma?
—No, así están las cosas, es la única manera que aceptaré que viajes… El domingo por la tarde yo estaré ya de regreso e iré por ti.
—No puedes mover tu viaje solo porque yo tengo una comida.
—Me conoces muy poco… quédate en la casa de la playa y no cambiaré mis planes.
—¿Es en serio?
—Sí.
—Anthony —dijo suavemente Carolina, era la primera vez que lo llamaba por su nombre de pila. Rayder sintió que el corazón le daba un vuelco. Le gustó como se escuchaba su nombre en la voz templada de Caro —estaré bien, solo pídele a Jacob que me lleve y me deje con mis tíos… El domingo, si quieres, él puede ir a recogerme terminando la comida.
Rayder suspiró.
—Nena, no vuelvas a tener un evento si yo no estoy en el país.
—No puedo predecir todo lo que me ocurre o la comida con la tía Edith.
—Hagamos esto, Jacob te lleva y te deja en casa de tu tía y el domingo yo estaré por ti, puedo estar aterrizando a las tres de la tarde, y en 20 minutos estoy ahí, lo que tardo en trasladarme del aeropuerto a la casa donde será la comida. Pero lo del celular encendido eso no es negociable.
—De acuerdo, cualquier cambio, solo avísame…
—Caro, yo no hago cambios, yo planeo muy bien mis itinerarios… y mi vida… y la tuya… —concluyó riéndose—. Me haces desvariar.
Cuando Carolina colgó la llamada, regresó a sentarse a la mesa con Grace, la chica sacó su celular y lo puso sobre el mantel.
—Nueve, ocho, siete, seis… —comenzó a contar Grace.
—¿Qué es lo que cuentas? —preguntó Carolina realmente intrigada.
—Espera… cuatro, tres…
Antes de terminar el conteo, el celular de Grace recibió un mensaje, la chica lo levantó y se volvió con una sonrisa a ver a su amiga:
—Mi jefe, preguntándome sobre la locura de su novia de ir a ver a su tía… ¿Apostamos?
Carolina soltó una carcajada. Grace leyó el mensaje y comenzó a teclear una respuesta.
—Le voy a decir que yo también estoy sorprendida con esa idea tan absurda, pero que eres tan testaruda… y que me es imposible hacerte cambiar de opinión…
—Creí que no te había contratado para espiarme
—No cariño, no soy una espía, soy una consejera. En realidad ya lo era antes de conocerlo… ¿no te he dicho lo sabia que soy y las buenas recomendaciones que doy?
—Cientos de veces… —respondió Carolina terminando su bebida.