12
De vuelta en casa
Carolina llegó a su departamento, había tomado un autobús. Tuvo que dejar su mochila en la camioneta de Rayder, porque sabía que si se le hubiera ocurrido pedirle las llaves para bajarla no habría podido salir de ahí.
Vio con sorpresa que la puerta de su departamento ya había sido arreglada, sacó su llave y la probó, funcionaba a la perfección. No había podido rescatar los converses pero por lo menos habían reparado la puerta. Su teléfono celular aún estaba en el piso, bajo un sillón, lo levantó y trató de acomodar la pila que había salido volando, pero era inútil, algo no encajaba. El estéreo estaba en el lugar de siempre… alguien había entrado y arreglado las cosas. Realmente no le importó, fue y prendió el estéreo, puso música y el equipo trabajó divinamente.
De vuelta en casa, Carolina estaba feliz, aunque tenía aún a flor de piel la sensación del beso en la camioneta…
Tocaron a la puerta y Carolina fue a abrir, ¡hasta la cadenita habían remplazado! Grace estaba detrás de la puerta semiabierta.
—Tom está volviéndose loco, dice que le pediste ayuda y a la mitad de la frase cortaste la comunicación y que no contestas el celular… —soltó de corrido sofocándose.
—Cierto, olvidé volverle a llamar. Mi celular se rompió… y tengo muchas cosas que contarte, muchísimas…
—A ver corazón, suéltalo todo, que no subí seis pisos solo para tranquilizar a Tom… que por cierto, debe de venir en camino.
Grace se dirigió al refrigerador, al abrirlo vio con sorpresa que estaba lleno hasta el tope. En la puerta, en una de las repisas estaba un vino tinto. Grace lo tomó asombrada:
—¿Compraste un tinto italiano…?, —Cabernet Sauvignon… —¡Un petra 2004! Carolina, me sorprendes.
Carolina se puso de pie y fue hasta el refrigerador y lo vio.
—Lo llenaron… y según yo ya lo había surtido.
—¿Quién te lo lleno?
—El Sr. Rayder, el que quiere que cene con él.
—¡Cariño, ya estarías cenando o viviendo con él si te lo pide!
—No es solo una cena, es tener relaciones con él.
—Con más razón… eso es lo que una espera después de una buena cena con un chico que conoce de vinos —exclamó buscando en los cajones un saca corchos para abrir la botella.
—Grace, ese hombre tiene una serie de reglas para poder salir con él…
—¿Es un pervertido?
Carolina se rio con la ocurrencia… realmente no lo sabía. Tomó las hojas y se las dio, Grace las puso sobre la tarja de la cocina y comenzó a leerlas mientras enroscaba el sacacorchos en el tapón de la botella de vino.
—Carolina, depilarte no es una depravación, es una necesidad básica de cualquier mujer… ¿no me digas que andas por ahí toda peluda?
—No voy a discutir esos asuntos contigo…
—Si no es conmigo, con quien ¿con el señor depravación?
—Ay tienes razón… —respondió Caro resignada.
Grace sirvió el vino en dos vasos de cristal con dibujos.
—A falta de copas… veremos que más te dejaron en el refrigerador. Grace rebuscó en el pequeño aparato y dio con un jamón rebanado y empacado al vacío
—¡Jamón Jabugo! Por favor que haya traído pan… debe haber pan por aquí.
—Grace, no me estas ayudando.
—Estás muy equivocada, estoy ayudándote… La vida se ve completamente diferente después de una buena copa de vino, jamón y pan… ¿A ver, explícame de dónde salió este hombre?
—Trabaje para él, cuando estuve de traductora tres días.
—¿Y se prendó de ti?
—No, claro que no… él tiene esa idea de cenar, tener relaciones y ya.
—¿Qué te preocupa de salir con él?
—¿Y si me enamoro?
—¡Linda, yo ya me enamoré de ese hombre y ni lo conozco! Y si sigue llenándote el refrigerador de esta manera, tendrás que sacrificarte por tus amigos…
—Estoy hablando en serio, me da miedo que me rompa el corazón.
—Carolina, eso es inevitable, en algún momento de la vida de todas nosotras las princesas, llegará un idiota y nos romperá el corazón. Puedes encerrarte en una torre para no ver a nadie y no arriesgarte… y al final terminarás enamorándote del que limpia los vidrios de la ventana de tu fortificación… inevitable.
Grace le pasó el vaso con vino.
—Aún no tengo edad legal para beber, ¿recuerdas? —dijo en una frase que siempre repetía antes de tomar alcohol, tomó el vaso.
—Puedes tomar con consentimiento de un adulto y bajo su supervisión en eventos especiales. Yo soy un adulto responsable y este es un evento especial… Huele primero el vino, siente su aroma y después dale un pequeño sorbo… tenemos que encontrar el pan, si no, deberás ir por uno, porque yo no voy a bajar los seis pisos nuevamente.
En ese momento tocaron a la puerta, Grace se dirigió a abrirla.
—Debe ser Tom, estaba por llegar. Al abrir se topó con un joven alto, de cuerpo atlético vestido con pantalones negros y camisa blanca, sin corbata. El cabello corto, con una caja en la mano.
—Tengo una entrega para la señorita Kerry.
Grace lo miró extrañada, nadie absolutamente nadie visitaba a Caro.
—¿Este es el chico de la cena?
Carolina lo miro y sonrió.
—No, él es Jacob, si no me equivoco, trabaja para el señor Rayder.
—¿Usted llenó el refrigerador? —preguntó Grace.
—Sí.
—¿No sabe si trajeron pan?
—¡Grace, por favor! —pidió Carolina a su amiga.
—No se preocupe señorita, le voy a decir en donde lo colocaron —Jacob entró con soltura al departamento, buscó en una de las alacenas y sacó una bolsa grande de papel con el pan. Después sacó un teléfono celular, marcó un número y se lo entregó a Carolina.
—¿Se puede saber por qué te fuiste? —era Rayder molesto, bastante molesto.
—¿Hiciste venir a Jacob solo para que me diera un celular y regañarme? —preguntó asombrada Carolina.
—No lo vuelvas a hacer. Si yo digo que te quedas en un lugar, te quedas… —después suavizó un poco el tono de voz—. Voy a pasar por ti a las ocho ¿te parece?
Carolina levantó la vista, ahí estaban Grace y Jacob esperando escuchar la respuesta, al darse cuenta que la chica los miraba, se volvieron hacia otro lado al instante. Carolina sonrió, era divertido el asunto, pero se sentía muy nerviosa.
—Gracias por el vino… por todo.
—¿Ya lo probaste?
—Grace se encargó de abrirlo y está buscando el pan…
—No me has respondido.
—Rayder, necesito tiempo para prepararme…
—¿Prepararte?
—¿Y si mejor salimos la siguiente semana?
—Estaré ahí a las ocho, este es tu nuevo celular Carolina, úsalo.
Carolina abrió los ojos sorprendida, que manera de decidir por los dos.
La chica colgó y miró el teléfono, revisó los contactos y vio que estaba el teléfono de Rayder, la oficina y el celular, también estaba el número de Grace… ¿Cómo podía tener el teléfono de Grace?
—Jacob, no es buena idea darme un celular… suelo olvidarlo todo el tiempo —le dijo entregándole el aparato.
—Es para usted señorita, quédeselo y le recomiendo traerlo consigo, todo el tiempo.
—Ya sé, ya sé, Rayder se vuelve loco si no puede localizar a alguien.
Jacob sonrió.
—¿Necesita algo más, señorita?
—No, gracias.
Jacob se despidió y se marchó, dejando a las chicas solas.
Grace sirvió las carnes frías en una tabla y cortó pan.
—Tiene tu número de celular puesto en el celular que me regaló… ¿cómo lo pudo obtener?
—Después de este vino, yo misma puedo convertirme en su informante.
—No estoy bromeando… me preocupa.
—Estás acostumbrada a vivir sin avisar, por eso te sientes tan extraña de tener a alguien detrás de tus pasos —le explicó Grace—, te cuesta mucho confiar en los demás. Tal vez sacó los datos de tu solicitud de empleo, me pusiste como referencia, ¿recuerdas? —Grace llevó las cosas a la mesa de la sala, que era donde solían comer. Tomó el pincel con pintura roja seca y le dijo:
—Algo terrible debió haberte pasado para que tú dejaras un pincel con pintura y sobre la mesa…
—Lo había olvidado… —se lamentó Carolina sujetando el pincel y mirándolo—. Será difícil quitarle el gouache.
—Ven, siéntate a comer, cuéntame todo lo que pasó y después vemos cómo arreglarte para que vayas a esa cena… no como él quiere, si no como tú quieras y te sientas cómoda.
—¿Y si no le gusto?
—Eso no importa, ya disfrutamos de un excelente tinto.
—Tú no sabes el tipo de chicas con el que le gusta salir… por eso tiene una lista, todas son altas y arregladísimas.
—Préstame la lista de peticiones.
Carolina se la pasó, Grace la tomó y la rompió en varios pedacitos.
—Problema resuelto, sin información no hay responsabilidad.