Tanta nieve ha caído en los sotos, barrancos y brezales
que encontrar el camino resulta tan imposible
como querer un caballo
durante la cosecha, aunque sea pagando sobretasa…
Para que el vendaval quedara en lo alto
y le tocara la nada,
por lo bajo soplaba la espiración del hielo…
A los que se perdieron les parecían las colinas
tan conocidas, que no les daban más valor que
a hacinas de estiércol… Así que el pueblo
no estará demasiado lejano… A pesar de ello
y en cierto modo estallando, un hombre afirma:
«Nunca he visto florecer los serbales»,
y su hijo sólo murmura ya:
«¿Dónde estoy, pues, estando aquí?».