Cuando llovía

Ayer, cuando llovía y estaba contigo, aún una adolescente,

bajo el plátano, que arrojaba sobre nosotros

el examen escrito de las sombras y el examen oral del viento,

no quise, al besarte,

pasar inmediatamente del destino al oráculo,

y no quise preguntar cómo se dice:

te quiero, cuando eso se ha dicho ya…

Y tú tampoco necesitaste cambiar de nombre,

porque después

se produjo en tu regazo un eclipse…