Ya nunca salías
y volvías sólo hacia ti mismo o desde ti mismo:
peregrino, caminante y vagabundo sólo imaginario.
No te relacionabas con nadie, con nadie hablabas,
siendo un todo en fragmentos en todohorror.
Vivías y leías sólo a oscuras,
ni siquiera dabas sombra,
mirabas sólo hacia la ventana ciega,
cerrabas la puerta ciega,
y dormías sólo en cama mortal.
Y sin embargo a ti te vigilaba continuamente el delator profesional,
desde allí arriba, desde la escalera de incendios…