El árbol con el cuello del otoño degollado…
Y cae en lluvia roja sobre los que están debajo
mientras bailan y beben sin preocuparse
de qué puede haber en común entre el destino
y el azar enamorado de la sorpresa…
Y tal vez sólo uno de ellos
murmurará, no sin temblar un poco:
«¡Ni los santos
sangraban sólo a través de los estigmas!».