Pero

El dios de la risa y los cantos hace ya tiempo

que cerró tras de sí la eternidad.

Desde entonces sólo de vez en cuando

resuena en nosotros un recuerdo agonizante.

Pero desde entonces sólo el dolor

no alcanza nunca la dimensión humana,

es siempre mayor que el hombre,

y sin embargo tiene que caberle en el corazón.