Después de la tormenta

Tanto tiempo estuvo la insolación intentando seducir a la tormenta,

que le engendró un hijo

que tenía el pulso del corazón en el rayo,

la garganta en el trueno y el chubasco en la voz…

Después todo calló, sólo las penumbras bailan en silencio

y sólo ese silencio huele violentamente

como el cálamo aromático, que el día del Corpus

lanzamos bajo los pies del sacerdote.