Noche de otoño

Un par de árboles todavía verdes miran agriamente

al parque, desde hace tiempo sin hojas,

por lo fuerte de su aliento, ya que

destila aguardiente por segunda vez.

El lenguaje de los dedos de los sordomudos no es tan loco

como los senos, que comparten aquí tantos rayos

que uno solo les basta.

Pero detrás de un tapiz, a ocultas,

alguien ha bebido ya un vaso

sin tocarlo siquiera con los labios.

Pero detrás de un muro

que con su resonancia aprueba la fuga de las cochinillas,

hay un hombre tendido que lo exige todo

de una mujer ausente…