Al conocer al hombre

No me causó horror el demonio

desde la uña de la noche hasta la zarpa de la mañana.

Y no me asustó el ángel

al pintarse a sí mismo en sí mismo.

El dios antiguo en su montón de estiércol

no despertó mi miedo.

Las fieras eran mansas vistas desde muy cerca.

El insecto no alteraba los sentimientos.

Desconfiado, yo me volví salvaje

al conocer al hombre…