Maduro el mijo corre. Los pájaros lo beben.
El aire prende fuego a la cabeza.
En la encrucijada se echa a temblar la mano.
También la muerte tiene los ojos más grandes que el estómago.
En la única sombra, que se parece
al delta boca abajo del seno femenino,
hay una víbora bien preparada,
como una mecha de dinamita
en las calcáreas rocas de Beroun…