Nunca hay bastantes lágrimas

En otro tiempo fue así: como si hubiera sido necesario que manáramos

contra gigantes derribados…

Más tarde fue el cántaro de Minos

que apareció de una vez para siempre

mientras que treinta dioses bebían ante el alfarero

en la palma de las manos…

Hoy, para conservar su profundo color,

la muerte guarda las lágrimas humanas en un termo…