En septiembre, hacia las dos de la noche

Al apagar la vela sientes alguna vez

que has comprendido. Como si dijéramos: quedaste ciego

donde debías ver…

Dejaste allí todos tus años jóvenes,

en buena tierra mal camino,

y ahora es obvio que estás viejo y secretamente enfermo…

Pero no tengas miedo, aún no morirás,

la muerte está tan sólo en el jardín

y agita los ciruelos…