En otro tiempo

En otro tiempo invitado, después extranjero y finalmente fantasma impaciente,

deseé siempre tener la certeza

de que por lo menos los que amo viven realmente.

Pero como mi amor por ellos era ya salvaje,

sólo estuve en contacto con ellos a través de las heridas…

¡Oh remordimientos, vosotros sois tan viejos, que estáis frescos,

como aquella vez, cuando descansando al pie de un cerro poco pronunciado,

aspiré una hojita de ajenjo en su más alto grado de amargura,

mientras la luna hacía girar el muro chino en la cabeza del emperador!