En la nada gruesa como un libro gordo
que tratara de un poema lírico perdido
de un poeta desconocido,
nosotros que en vez de llorar sudamos,
nosotros que decimos que suda la piedra que llora,
hemos pensado hoy en aquel que se ahogó
aprendiendo a nadar para no ahogarse…
Mientras tanto, detrás de las ventanas, el parque, en otro tiempo tan pulcro,
se limpió la nariz de verdura en las mangas del viento
y después se lo quedó mirando con ojos de muérdago…