¡Qué armónicamente se incorporaba hoy a su visión el tordo
(con la cabecita inclinada por los soplos del corazón de alrededor)
cuando miraba caer la hoja del abedul!
¡Y qué fraternalmente hablaban los vecinos en el umbral
sobre dónde y en qué cementerio
se harían enterrar cuando murieran!
¡Qué podrían significar, pues, para ti
los fragmentos de Fedra del Oxyrhinco,
Newton comentando el Apocalipsis,
Felipe II comentando a Erasmo,
o los saltos de agua de los Alpes filtrándose por los riñones del byronismo!