A mi hermana Ruzena (†)

Tú que vuelves del otro mundo,

recuerda, oh, recuerda, que todos se quedaron helados en el camino,

y que como único superviviente del destacamento disciplinario

que me llevaba, por propia iniciativa

me entrego a los fortines de deportación de los remordimientos,

sabiendo que todo es una condena… ¡a cadena perpetua!