Se dice que las piedras de los druidas son movedizas.
Pero la belleza de las mujeres, sólo por lo fugaz, es mucho más cruel.
Con el corazón roto escribe eso el poeta en este mundo,
en el mundo que sólo por desidia escucha historias
de aventura y lejanía
y, cínico, no considera y desprecia hasta el asombro…
El espíritu soberbio no puede ser espíritu trágico.