Aquella mujer, mientras el mundo sea mundo, no
dejará de dar saltitos sobre uno y otro pie, para calentarse…
Así salta también la estrella de Eddington,
pero solamente el tiempo de encontrar el equilibrio…
La primera se baja el sombrero para que no puedan mirarle a los ojos,
la segunda mira, para que no puedan mirarle a los ojos…