Encontraste entre tus viejos libros de oraciones una hoja
de una carta de amor: «… y también
debería usted ser tan simple
como la sombra del ángel de la guarda
o como el campesino a la luz de la luna.
Pero para usted es todas en general y cada una en particular
y eso es dudoso… De un hombre así
preferimos huir después con Paris
en un barco negro… Si puede, complete lo que falta,
pero ya solo, aunque dudo de que sea capaz,
puesto que nada más a Dios le es dado decir y hacer…
Y la cicatriz de mi vacuna que
aquella vez en la antesala…».