Una hora después de la medianoche… El gallo canta…
¡Cuánto me ayuda y cómo tranquiliza mis miedos nocturnos,
cuando precisamente esta tercera vela que tengo delante
es sólo la repetición de las dos que ya han ardido,
y lo han hecho dejando caer la luz tan en picado
que sólo ha podido ir a dar en el infierno…
Luego, Satanás podría tal vez trocarse
en ángel de luz, levantar el vuelo y estar aquí…
¡Canta, gallo, canta, te quiero!