«¿Sabe una cosa?», me dijo un cazador de serpientes,
«de pronto, antes de que llegue la noche, aparece
entre la tormenta la primera nube del año.
Y aunque aún tiembla, cautiva de la fiebre,
ya es autoritaria… ¡Mire, el mes de marzo!
Pero si es cierto que los trajes
que llevaban en el paraíso los primeros padres pecadores
estaban hechos con la piel arrancada a la serpiente que tentó a Eva…
cuando en invierno aún hace calor
o hace ya frío en verano,
me quedo en algún sitio entre los troncos talados, en las rocas, en la arena
o junto a las mujeres…».