Has muerto y mis remordimientos, un montón de telegramas
de los lugares más imprevisibles,
trocaron mi conciencia en una cordillera.
Es bastante su altura y tal vez ya está determinada,
y yo, mientras tanto, caigo más y más bajo
y quizá tan sólo cuando me lo perdones todo,
me entregaré al llanto, como hay ríos con una fuente
y otros con varias…