Tras la muerte de mi hermana Ruzena

Has muerto y mis remordimientos, un montón de telegramas

de los lugares más imprevisibles,

trocaron mi conciencia en una cordillera.

Es bastante su altura y tal vez ya está determinada,

y yo, mientras tanto, caigo más y más bajo

y quizá tan sólo cuando me lo perdones todo,

me entregaré al llanto, como hay ríos con una fuente

y otros con varias…