A Libuse Widermannova
¡Es siempre ella, siempre presente!
Pero también el caballo, alimentado de cebada
hallada en los ladrillos de las Pirámides
está siempre en el horizonte, siempre el mismo,
pero siempre sin jinete…
La veo recular toda hacia el verde, en la tragedia,
mientras la rama marchita se rasca tras la oreja del viento
y un pájaro acuático
se ríe de sus lágrimas.