Incluso pecador, un cura es un cura…
Pero el poeta, según dicen,
debe morir joven y no conocer nunca
ni el primer beso,
y ser echado, a fin de cuentas, a que lo pisoteen los ruiseñores…
¡Quién sabe! Es de noche y el viento trenzado de lluvia
sacude y moja en algún lado
a dos viejos que siguen su camino por el campo.
¡Mientras no acaben ambos por encontrar
al caballo ciego!