El poeta agonizante

Una mano con las uñas teñidas del color de mi sangre

sostiene en su palma la piedra de vuestro corazón.

¿Para quién es ese regalo ya que no se trata del bezoar liberador?

¿Y de quién esta mano tan pesadamente ligerísima?

Presiento solamente… Nunca he hecho otra cosa que presentir.

Y el pensamiento mismo no era más que una imagen

y la emoción parábola… Por supuesto había allí una corriente,

pero todavía sin superficie… Al precio de mi vida

he defendido la libertad ardiendo de deseo y asombro,

y aunque no haya conocido más que la visión sin la revelación

he sido tan fiel que me he convertido en testigo…