Un día por la mañana

Un día por la mañana, al abrir la puerta,

encontraste en el umbral los zapatos de baile.

Era para besarlos y tú lo hiciste enseguida

y volviste a sentir alegría después de tantos años,

todas las lágrimas largo tiempo contenidas

ascendieron a tu risa.

Luego te reíste y desde el alma rompiste a cantar

con la tranquilidad de la juventud…

No preguntaste qué hermosa

dejó los zapatos en el umbral.

Nunca lo averiguaste

y, sin embargo, de aquel feliz momento

aún vives con frecuencia…