Encuentro en el ascensor

Entramos en la cabina y estábamos allí solos los dos.

Nos miramos sin hacer otra cosa.

Dos vidas, un instante, la plenitud, la felicidad…

En el quinto piso ella bajó y yo, que continuaba,

comprendí que nunca más la vería,

que era un encuentro de una vez para siempre

y que aunque la hubiera seguido lo habría hecho como un muerto,

y que si ella se hubiera vuelto hacia mí

sólo hubiera podido hacerlo desde el otro mundo.