El poeta

Al recibir sentías la misión.

¡Ojalá en ella hubieras sido siempre el oferente!

Si, en cambio, piensas que tus versos

tuvieron perniciosa influencia en otras almas

(y ellas pudieron influir también así

ya que hasta la vergüenza puede aún ser orgullo),

entonces, ¡ay de ti!